El miedo, como el dolor, son herramientas imprescindibles para nuestra supervivencia. Las personas con CIPA, una rara enfermedad genética que provoca que sean insensibles al dolor, no se convierten por ello en una especie de superhombres, todo lo contrario, sus posibilidades de llegar a la edad adulta son bajísimas.
Desde el punto de vista biológico, el miedo es un mecanismo de defensa y de supervivencia, que permite a las personas reaccionar con rapidez y eficacia ante situaciones adversas o de peligro.
Además de este miedo útil para nuestra supervivencia, hay muchos tipos de miedo que no lo son tanto, que más bien nos limitan y nos empequeñecen como personas: el miedo a la soledad, al ridículo, al qué dirán, a lo que deparará el futuro, a lo diferente, a lo nuevo, al cambio…
A lo largo de mi vida, especialmente en la adolescencia y en la juventud, siempre he sentido un enorme miedo al ridículo. Ahora me doy cuenta de la cantidad de oportunidades y de experiencias que me he perdido por ese temor absurdo.
Desde el punto de vista social, el miedo nos lleva a la parálisis, al derrotismo, y al conformismo. No tengo ninguna duda de que vivimos en una época en la que se nos está intentando maniatar a través del miedo; nos están robando, nos están engañando vilmente, nos están denigrando, nos están ninguneando, nos están estafando… y lógicamente no quieren que reaccionemos, no quieren que respondamos, no quieren que nos levantemos, nos unamos y construyamos nuestro propio futuro y para ello nos atenazan con el miedo; con el miedo a lo que pasará con nuestros hijos, a lo que nos pasará cuando seamos mayores, a perder nuestro empleo, con el miedo a ser agredidos, encarcelados o multados, incluso con el miedo a no poder salir adelante si enfermamos… y sobretodo, sobretodo, sobretodo, con el miedo a la c-r-i-s-i-s que es el equivalente actual al infierno para nuestros antepasados, ese pozo al que hemos caído por pecar por encima de nuestras posibilidades.
Estamos en shock, como lo han estado otros pueblos en el pasado y por eso creo que es tan importante tratar de luchar contra el miedo, «trabajar en contra del miedo» como decía el otro día Asier en su blog, y para ello, unos pocos consejos:
- No veas mucha tele, ni leas muchos periodicos, ni escuches muchas noticias en la radio: la sobreinformación oficial, siempre negativa, que estamos sufriendo no nos ayuda a ser más conscientes, sino todo lo contrario. No necesitamos saber a cuanto está la prima de riesgo cada cuarto de hora. Por el contrario, lee artículos de análisis en profundidad, de contexto, de historia, de ciencia…
- No renuncies a tus sueños por más que te digan que todo va a ir mal, preparate, colabora con otros, comparte tus ideas y trata de llevarlas adelante.
- Apoyate en tu circulo cercano, amplía tu red de seguridad, participa en tu barrio, en tu comunidad, en tu entorno, porque es momento del apoyo mutuo y no de esperar a que vengan a resolvernos los problemas.
- No te olvides de los que están mucho más lejos pero también mucho peor, la solidaridad con los más empobrecidos de la humanidad es más necesaria ahora que nunca.
- Lucha, no te rindas, participa, que no te callen, mira por el bien común y no solo por tu ombligo y tus intereses.
- Interioriza con fuerza que lo importante es lo que eres, lo que sientes, lo que haces, y no lo que tienes o lo que compras; una vida más sencilla, con menos cosas y con más personas a tu alrededor te va a resultar mucho más gratificante.
- Vive, disfruta, cada día, no dejes pasar el tiempo esperando épocas mejores porque lo mejor es lo que tienes en cada momento.
Yo añadiría otro consejo: se fiel a tus valores. Porque hay quien hace frente a sus propios medios aliándose con quienes los provocan. Eso permite a esa persona librarse de los miedos pero hace que la estrategia del miedo sea aún más eficaz y se extienda a más personas (o se consiga hacer más daño). A corto plazo puede funcionar, pero a largo plazo solo funciona la fidelidad a uno mismo y a sus valores, entre los que sería deseable que estuviera el bien común, como dices. Eso si, mientras duele, duele mucho.
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+ otro 🙂
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No me gusta eso de «la sobreinformación oficial». Aquí no hay ninguna institución intentando saturarnos con información. A no ser que te refieras a Irekia.
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Bueno, con lo de oficial no me refería exactamente a institucional, sino la información que nos llega por los medios de comunicación de masas especialmente TV y prensa escrita tradicional
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