Archivo de la categoría: Pensamientos

Preparando el próximo año

Acaba el año y esta manera de contar el tiempo (como periodos que empiezan y terminan, en lugar de como un continuo) nos da la oportunidad de pararnos un poco, revisar el camino recorrido el año anterior y mirar hacia el siguiente preparando la ruta que seguiremos.

Esta es una dinámica muy buena y positiva ya que nos permite asegurarnos de que vamos en la dirección que queremos y corregir el rumbo si es necesario, en lugar de simplemente dejarnos llevar por la vida.

Para no caer en la trampa de esos «buenos propósitos» que realmente nunca cumplimos, y hacer un ejercicio de revisión y reflexión que verdaderamente nos sea útil, es importante hacer algunas cosas.

Tómate un poco de tiempo tranquilo contigo mismo para revisar lo sucedido en el año que acaba, lo que has aprendido, evolucionado, etc. Hacerlo con un cuaderno y un boli a mano te puede venir muy bien.

En otro rato de tranquilidad siente qué te gustaría hacer el año próximo en el corto plazo, es decir, qué te gustaría hacer que tenga resultado dentro del propio año. Y luego piensa a más largo plazo, a varios años, y siente en qué te gustaría sembrar este año para cosechar en los siguientes. Aquí seguramente no podrás concretar mucho pero no importa aún.

Con lo anterior en mente (o mejor en tu cuaderno o diario), piensa en qué ámbitos de tu vida quieres evolucionar más concretamente este nuevo año. Puede ser en tu vida profesional, en tu vida familiar, en tu vida interior, en tu economía, en tus relaciones, en tus aprendizajes… pueden ser varios de ellos en los que quieras trabajar este año.

En cada uno de los ámbitos identifica lo que te gustaría hacer y si es en el corto plazo o en el largo plazo. Ese «hacer» puede consistir en varias cosas: puede ser adquirir un nuevo hábito, aprender o descubrir algo nuevo, dejar de hacer algo que no te está haciendo bien, etc.

Siente la energía que te genera leer lo que te propones hacer. Reúne tus fortalezas, recuerda las cosas que te propusiste antes y lograste (las que no, no importan), imagina cómo te sentirás cuando hayas logrado tus metas.

Por último, de cada cosa que vayas a hacer, apunta cual será el primer paso que vas a dar para conseguirlo. Podría ser algo así:

Ejemplo

A partir de ahí, si lo vas revisando de vez en cuando, apuntando los siguientes pasos, y reajustando, podrás ver la evolución y los avances que vas consiguiendo.

Pide ayuda si lo necesitas

Photo by Samantha Garrote on Pexels.com

A veces pasar más tiempo contigo mismo o poner en claro tus ideas a través de un diario no son herramientas suficientes para ayudarte en tu autoconocimiento y tu mejora personal.

Compartir con alguien tus «cuitas», tus pensamientos, es una herramienta muy valiosa también.

Una conversación con alguien que te quiere, alguien de tu familia o una amistad, puede ser muy reveladora y sanadora. Porque al verbalizar los pensamientos, lo materializamos y muchas veces solo con eso pierden buena parte de su poder negativo.

En otras ocasiones, la conversación nos ayuda a buscar otro punto de vista diferente, una perspectiva de la que no nos habíamos percatado.

Cultivar relaciones que te puedan aportar esta posibilidad en un momento dado es una labor muy importante en tu vida. Haz recuento mental de a cuantas personas podrías pedir que te escucharan durante una hora y que te pudieran dar contraste valioso…

Y por otro lado, has de tener la disposición para hacer lo mismo con otras personas, siendo tu en este caso quien sirva de contraste y de ayuda cuando lo necesiten. No solo es pedir, también es dar.

No siempre es fácil dejarse ayudar, aconsejar, contrastar. Necesitas un poco de humildad y dejar tu ego a un lado por un tiempo, y abrir tu mente, y escuchar, no solo hablar, y todo ello es complicado cuando estás en una situación de preocupación o de angustia.

Pero los beneficios son abrumadores y conocidos.

No te avergüences de pedir ayuda. Como un soldado atacando una muralla tienes una misión que lograr. ¡Y qué si te han herido y necesitas apoyarte en un compañero! MARCO AURELIO

¿Quién quieres ser?

Photo by Dan Hamill on Pexels.com

Primero pregúntate quién quieres ser. Después haz lo que tengas que hacer. EPICTETO

No es nada fácil saber realmente quién quieres ser, saber cual es el auténtico propósito que le quieres dar a tu vida. Al menos a mi no me resulta nada fácil y eso que es una cuestión sobre la que llevo media vida reflexionando. Afortunadamente me queda otra media por delante para acabar por descubrirlo 😉

Durante mucho tiempo creí que mi propósito era «hacer lo que estuviera en mi mano para convertir el mundo en un lugar mejor», y he dedicado mucho tiempo y mucho esfuerzo desde diferentes lugares para lograrlo… hacer algo importante, relevante, que generase impacto real y positivo, que perdurase… por ahí han ido siempre mis pensamientos y mis acciones.

Pero con el tiempo me he dado cuenta de que el sentido de mi vida no puede estar dependiendo de cuestiones que están realmente fuera de mi ámbito de control y que verdaderamente solo buscan alimentar mi ego.

He de seguir con mi búsqueda, pero en otro lugar… no fuera de mí, sino dentro de mí, en la intención profunda de lo que siento, de lo que pienso y de lo que hago.

Quizá la búsqueda sea parte del mismo propósito.

Explorar en zonas más profundas, en lugares menos obvios, con un mayor grado de sinceridad, con más serenidad y con más confianza.

La sencillez de lo complejo

Photo by Anna Shvets on Pexels.com

Vivimos en un mundo cada día más complejo en el que no es nada fácil comprender lo que sucede, sus causas y consecuencias, nuestro impacto en el entorno… en ocasiones me siento abrumado por toda esta complejidad y eso me lleva a la frustración y a la parálisis.

Como dijo alguien que seguro recordareis: «it’s very difficult todo esto» 🙂

De vez en cuando tengo que recordarme que en realidad las cosas son bastante sencillas y que basta con tener claras algunas actitudes en la vida y desarrollar algunos buenos hábitos:

Actitudes:

  • Se agradecido.
  • Se amable con todas las personas.
  • No mientas.

Hábitos:

  • Haz un poco de ejercicio moderado cada día, mejor si puede ser al aire libre.
  • Come comida de verdad.
  • Aprende algo nuevo cada día.
  • Duerme, no es una pérdida de tiempo.

Y poco más…

La mentira sobre perseguir tus sueños

Ana Peleteiro Brión es una atleta española, plusmarquista nacional en la modalidad de triple salto en todas las categorías de edad a partir de sub-18.​ Es la actual subcampeona de Europa en pista cubierta de su especialidad​ y medallista de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020

Nuestra sociedad se basa en un conjunto de creencias, muchas de las cuales son absolutamente falsas y gravemente perjudiciales para la gran mayoría de las personas.

Una de estas grandes mentiras es que si deseas algo con pasión y te esfuerzas por ello, puedes lograr cualquier cosa que te propongas. Constantemente vemos «ejemplos» de personas exitosas que nos dicen que solo con su pasión y su esfuerzo (en algunos casos solo con desearlo con mucha fuerza) han logrado todo lo que se han propuesto. Y es completamente mentira.

No pasaría nada, sería una creencia inocua si no tuviera un reverso tremendamente pernicioso: si cualquiera puede conseguir lo que quiere con un poco de esfuerzo… entonces, toda persona que no tiene lo que quiere es simplemente porque no se esfuerza lo suficiente. En consecuencia, cada cual es responsable último de su suerte.

Y este es el mundo que estamos construyendo. Un mundo donde la desigualdad va creciendo de manera exponencial con el tiempo, pero donde si no tienes «éxito» es porque no te lo mereces, porque no te has esforzado lo suficiente, porque no lo has querido verdaderamente. Un mundo en el que tu esperanza de vida y la calidad de la misma depende en un 99% del lugar donde nazcas, del color de tu piel, del nivel económico de tu familia, pero donde se te juzgará, y lo que es peor te juzgarás tú, solo por tus «resultados», independientemente del punto de partida.

La brutal presión que esta infame creencia ejerce sobre todas las personas de todas las edades y condiciones está causando enormes problemas de todo tipo, incluidas graves consecuencias sobre la salud mental de amplísimas capas de la población mundial.

El estoicismo nos recuerda que el éxito y el fracaso están fuera de nuestra zona de control, dependen de innumerables factores y que nuestro esfuerzo puede tener recompensa o no, por lo que debemos desligarlos completamente.

Donde sí que tengo pleno control es sobre «quién soy» yo, sobre lo que siento, pienso y hago. El resultado que obtenga dependerá de mil factores externos. Pero lo importante es «la nobleza de los recursos utilizados«.

Así que la próxima vez que te mires al espejo y veas todos tus fracasos, no te apures tanto, y trata de emplear recursos más nobles la próxima vez. Y si te miras y ves tus éxitos, no te emociones mucho, porque en su mayor parte será fruto de la fortuna, de la herencia, de la genética, de la posición social, etc, etc.

No son tus éxitos y tus fracasos los que te definen, sino tus sentimientos, tus pensamientos y tus acciones.

El éxito y el fracaso, el dolor y el placer, la riqueza y la pobreza. Todas estas cosas ocurren a personas buenas y a personas malas, y por tanto no traen nobleza ni vergüenza. MARCO AURELIO

El hombre sabio se preocupa por la intención de sus acciones, no por sus resultados. Nuestra acción inicial está bajo nuestro control, pero la fortuna determina su final. SÉNECA

Una mirada con perspectiva

Desde la vuelta de vacaciones en septiembre están siendo unas semanas muy apropiadas para ejercitar la capacidad de distinguir lo que está en tu zona de control y lo que no (la famosa dicotomía del control) y sobre todo a mantener la serenidad frente a lo que está fuera de ella y a actuar sobre lo que está dentro.

Viéndolo ahora con un poco de perspectiva, has ido mejorando. Empezaste realmente mal, con mucha frustración y angustia porque las cosas no eran como tú querías, como tu habías imaginado… pero poco a poco has podido ir mejorando, evolucionando a poquitos, descubriendo y descubriéndote.

En ese camino te ha ayudado mucho revisar cada día lo que hacías, escribir en tu diario, pasar tiempo contigo mismo, reconocer tus errores y tus fracasos, pelear contra la autocompasión, agradecer el presente, acompañarte de buenas lecturas y de personas inspiradoras, hacer lo que tenías que hacer aún sin mucha motivación, incluidas conversaciones bien complicadas.

Y con todo ello has podido aprender, otra vez, algunas cosas interesantes que será bueno que no olvides, que seas capaz de mantener en tu comportamiento diario como que nada es tan malo como parece, que mucho depende de cómo vives lo que te sucede y que hay que mantener una cierta «indiferencia» frente a todo, que la vida nos puede poner pruebas tremendamente duras, de las que realmente desconocemos su verdadero final.

Has sufrido, has disfrutado, has decidido, has vivido y lo has hecho tomando conciencia en cada momento.

Miras atrás con serenidad y observas tu evolución.

Miras al futuro y sueñas con hacer realidad tus sueños.

El pasado ya no te daña, solo te enseña.

El futuro está por escribir, haz tu parte.

El presente es lo único que verdaderamente tienes, no lo pierdas!

¿Qué sucede cuando morimos?

Es una pregunta a la que todas las escuelas filosóficas y todas las religiones han tratado de dar respuesta a lo largo de la historia de la humanidad.

Hay muchas creencias y ninguna evidencia por lo que todas ellas son igualmente posibles, o no. Cada cual se hace su composición y es la que vale puesto que no hay forma de demostrar si será acertada o no.

Personalmente me parece fenomenal quien cree que tras la muerte le espera la vida eterna, el paraíso, la reencarnación o lo que sea. No tengo ninguna evidencia de que no tengan razón, ni de lo contrario.

Supongo que, además del condicionante de la cultura en la que hayas nacido, cada cual «escoge» la creencia que mejor le sirve para convivir con serenidad con sus miedos y sus fantasmas frente a la muerte. De algún modo, nos «inventamos» lo que sucederá tras la muerte en función de lo que nos gustaría que verdaderamente sucediese.

Mi creencia es que todo lo que existe en el universo forma parte de un todo: cada persona, cada animal, cada planta, cada ser, cada estrella, cada planeta… somos como una nota de una melodía infinita. Cada nota es única e imprescindible para esa melodía. Si una nota no existe, la melodía es diferente. Y cada nota suena un instante, más o menos prolongado, pero efímero en todo caso. La nota suena y después desaparece como tal, y lo que permanece es la melodía a la cual ha contribuido haciéndola única e irrepetible gracias a su existencia.

Mi creencia es que mi vida es esa breve nota que suena y que conforma esa infinita y universal melodía. Y no creo que haya nada cuando termine de sonar porque precisamente es lo que debe suceder para que la melodía continúe y sea armoniosa y bella.

Mi creencia no es que debo «portarme bien» en esta vida para tener mi recompensa en el más allá, o para tener una buena reencarnación… mi creencia es que debo ser la nota adecuada, armoniosa y delicada que contribuya de la mejora manera posible a la melodía infinita del universo.

¿Tendré razón? Sinceramente no me importa mucho porque como toda creencia, esta también está construida para darme sentido y propósito, y eso es lo realmente importante para mí.

¿Para qué te enfadas?

Quizá a otras personas les resulte de otra manera pero a tí siempre te pasa parecido: te enfadas porque otras personas no hacen o dicen o piensan lo que a tí te gustaría que hicieran, dijeran o pensasen, ¿y qué consigues?… Frustración, mal humor, pagarlo con quienes no tienen arte ni parte, culpa, ira, pérdida de energía… vamos, una maravilla.

Lo que otras personas hacen, dicen o piensan está fuera de tu control, fuera de tu responsabilidad, fuera de tu competencia y por lo tanto debiera afectarte algo así como cero.

Todo esto lo sabes perfectamente. Entonces, ¿Qué utilidad sacas de enfadarte? Porque todo lo que hacemos tiene un para qué, tiene una utilidad, lo hacemos porque nos reporta un beneficio. ¿Cuál es tu beneficio para estar enfadado?

Te enfadas para satisfacer a tu ego. Porque se ha visto herido al no conseguir que otras personas se amolden a él y entonces se tira al suelo y patalea con una rabieta como de niño pequeño, porque tu ego no quiere admitir ni de lejos que las demás personas puedan hacer, decir o pensar lo que les de la gana sin pedirte permiso.

La próxima vez que te enfades, recuerda esta imagen de tu ego pataleando en el suelo y verás qué rápidamente se te pasa.

Nada de lo que te está pasando es tan malo (ni tan bueno) como te parece

No soy especialmente fan de Woody Allen pero por una casualidad encontré este video que me parece tan, tan, tan fantástico, y que expresa en tan pocas palabras esa manera absurda de vivir la vida como a regañadientes, cuando en realidad lo que desearíamos es que durase un poquito más, con todo lo «bueno», y con todo lo «malo» que nos depara.

¿A tí qué te sugiere este video? Anímate y deja un comentario!

Conversaciones difíciles (o quizá no tanto)

Si lo piensas un poco, lo que más haces en tu trabajo es tener conversaciones. Cara a cara, por teléfono, mail, mensajería instantánea… te pasas el día teniendo conversaciones con otras personas.

En ocasiones esas conversaciones se convierten en una fuente importante de ansiedad porque son conversaciones complicadas, en las que tienes que decir algo que te cuesta decir o que supones que a la otra persona no le va a gustar, o necesitas obtener un resultado concreto de dicha conversación y te angustia no conseguirlo.

De nuevo te olvidas de lo que te enseñan tus amigos estoicos y pretendes tener control sobre cosas que están fuera de ti y sobre las que no puedes tenerlo: quieres que la persona con la que conversas te entienda, te de una respuesta determinada, quieres conseguir algo de ella, quieres que no se enfade o no se moleste o no se deprima… pero nada de todo ello está en tu ámbito de control.

Evidentemente puedes y debes hacer lo que esté en tu mano para explicarte bien, para no herir, para no ofender, para convencer, pero no puedes asegurar que lo conseguirás porque todo ello están en la zona de control de la otra persona.

Debes poner de tu parte en la conversación toda tu honestidad, sinceridad, transparencia, valor y cariño. Eso es lo que depende completamente de ti, esa es tu responsabilidad y lo que debe preocuparte. Nada más. Cómo la otra persona entenderá, reaccionará, se sentirá, te contestará, etc, no depende de ti y por lo tanto no debe inquietarte.

Tienes mil pruebas de que esto es así, de que cuando te centras en lo que tú puedes y debes aportar a la conversación y no en el resultado de la misma, la inmensa mayoría de las veces la conversación va fenomenal, por difícil que sea. Y en las pocas ocasiones en las que no va bien, te sientes tranquilo igualmente porque lo sucedido está fuera de tu control.

Una conversación es como un baile entre dos. Pon todo de tu parte para bailar lo mejor posible, el resto ya no depende de ti, y disfruta, fluye todo lo posible.


PD1: como siempre, este es un fragmento de una conversación reciente conmigo mismo.

PD2: si quieres profundizar más en el tema de las conversaciones complicadas, te recomiendo este libro de Enrique Sacanell «¿Cómo se lo digo? El arte de las conversaciones difíciles«