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Conversaciones difíciles (o quizá no tanto)

Si lo piensas un poco, lo que más haces en tu trabajo es tener conversaciones. Cara a cara, por teléfono, mail, mensajería instantánea… te pasas el día teniendo conversaciones con otras personas.

En ocasiones esas conversaciones se convierten en una fuente importante de ansiedad porque son conversaciones complicadas, en las que tienes que decir algo que te cuesta decir o que supones que a la otra persona no le va a gustar, o necesitas obtener un resultado concreto de dicha conversación y te angustia no conseguirlo.

De nuevo te olvidas de lo que te enseñan tus amigos estoicos y pretendes tener control sobre cosas que están fuera de ti y sobre las que no puedes tenerlo: quieres que la persona con la que conversas te entienda, te de una respuesta determinada, quieres conseguir algo de ella, quieres que no se enfade o no se moleste o no se deprima… pero nada de todo ello está en tu ámbito de control.

Evidentemente puedes y debes hacer lo que esté en tu mano para explicarte bien, para no herir, para no ofender, para convencer, pero no puedes asegurar que lo conseguirás porque todo ello están en la zona de control de la otra persona.

Debes poner de tu parte en la conversación toda tu honestidad, sinceridad, transparencia, valor y cariño. Eso es lo que depende completamente de ti, esa es tu responsabilidad y lo que debe preocuparte. Nada más. Cómo la otra persona entenderá, reaccionará, se sentirá, te contestará, etc, no depende de ti y por lo tanto no debe inquietarte.

Tienes mil pruebas de que esto es así, de que cuando te centras en lo que tú puedes y debes aportar a la conversación y no en el resultado de la misma, la inmensa mayoría de las veces la conversación va fenomenal, por difícil que sea. Y en las pocas ocasiones en las que no va bien, te sientes tranquilo igualmente porque lo sucedido está fuera de tu control.

Una conversación es como un baile entre dos. Pon todo de tu parte para bailar lo mejor posible, el resto ya no depende de ti, y disfruta, fluye todo lo posible.


PD1: como siempre, este es un fragmento de una conversación reciente conmigo mismo.

PD2: si quieres profundizar más en el tema de las conversaciones complicadas, te recomiendo este libro de Enrique Sacanell «¿Cómo se lo digo? El arte de las conversaciones difíciles«

Un tiempo muerto

Cala de Kantarepe

El otro día trabajando con un equipo veíamos la necesidad de que tuvieran una herramienta que les permitiese parar determinadas conversaciones que, por falta de confianza y de empatía, les llevaban a situaciones muy conflictivas.

Trabajamos la idea de pedir y ofrecer un «tiempo muerto» cuando fuese necesario, con unas reglas muy concretas y determinadas.

Lo traigo aquí a colación porque creo que es una propuesta que nos puede servir en nuestro día a día, no solo en lo profesional sino en lo personal, y que adaptándolo a otras situaciones tiene una base y un fondo que nos puede resultar muy útil.

La idea es muy sencilla y tiene dos partes:

  1. Cuando soy la parte que escucha en la conversación:
  • No te tomes nada de lo que se diga como un ataque personal.
  • Si aún así sientes que alguien te ataca, pide un «tiempo muerto», exponlo serena y abiertamente: en un entorno de equipo por ejemplo, esto puede estar incluso pactado previamente con un gesto o con una palabra. En otras conversaciones podemos hacerlo expresamente, pidiendo parar o posponer la conversación y explicando el motivo
  • Reconoce que cómo te sientes es tu responsabilidad y pide apoyo para poder cambiar la emoción: al pedir parar la conversación es absolutamente clave hacerlo porque me estoy sintiendo mal, atacado, incomodo o lo que sea. No porque me hacen mal, me atacan o me incomodan. Ya hemos aprendido que la reacción a cualquier situación es nuestra responsabilidad y es importante que explicitarselo a nuestro interlocutor.
  • Busca patrones en tus reacciones y trata de conocerte mejor y crecer: además de la situación concreta, conviene buscar el aprendizaje a largo plazo.
  1. Cuando soy la parte que habla en la conversación:
  • Pon cuidado en decir lo que quieres decir para no herir a nadie: aunque la responsabilidad de reaccionar a nuestras palabras está en nuestro interlocutor, eso no significa que podamos decir lo que queramos «caiga quien caiga», sino que debemos intentar ser asertivos y decir lo que queremos sin dañar
  • Si aún así alguien se siente herido y pide un «tiempo muerto», no discutas, pide disculpas e intenta sanar la herida: cómo se siente la otra persona es siempre verdad, no podemos discutirle. Si nos dice que se siente incomodo, con eso basta, debemos tratar de cambiar lo que nos pida para mejorar la comunicación
  • Aunque no era tu intención herir, lo has hecho, y has aprendido una manera en la que no debes decirle las cosas a esa persona: de nuevo intentamos aprender no solo para la situación concreta sino que buscamos aprendizajes a largo plazo

Un ejemplo de conversación podría ser algo así:

Otra persona: Dice algo que me está sentando mal

Yo: «Perdóname, quiero pedirte que paremos un momento la conversación porque me estoy sintiendo incomodo/mal/dolido. Se que no es tu intención, es cosa mía, y necesito un momento para recomponerme.»

Otra persona: «Por supuesto, no era mi intención hacerte sentir así. Dime lo que necesitas para continuar la conversación cuando estés bien»

Yo: «Te lo agradezco. Paramos unos minutos y en seguida lo retomamos»

Se que puede sonar un poco «forzado», pero en realidad no lo es, es muy sencillo y funciona a las mil maravillas.

Comentarios en tu blog: una oportunidad y un problema.

Enrique Dans ha tomado la decisión de utilizar la moderación previa en los comentarios de su blog y ya ha avisado que borrará todo aquello que le disguste, no por disentir de sus opiniones, sino por ser insultante, ofensivo, maledicente, desagradable, etc.

Martin Varsasky, sin especificar ninguna medida concreta, pero ha incluido un post en el que deja muy claro a quien quiere como comentarista y a quién no, y que no tendrá ningún reparo en «invitar» a estos últimos a abandonar su blog.

Microsiervos ya hace casi tres años que decidió cerrar sus comentarios por motivos similares a los que plantea ahora Enrique Dans.

¿Estamos ante el fin del ideal de la libertad de expresión en los blogs?

Yo creo que no, creo que es una etapa lógica y necesaria para acabar con los excesos de una minoría que, amparándose en la libertad de opinión, se dedican a tocar las narices sin más objetivo que el de provocar y molestar.

Hay blogs que son un diario personal, otros que son informativos, otros que son para sacar pasta… y hay unos cuantos que son para conversar, para charlar, para comentar con la cuadrilla, con los amigos y conocidos.

Yo creo que hoy la conversación en los blogs, en especial en los grandes como el de Enrique Dans, es totalmente irreal. Es una conversación que nunca jamas tendría lugar entre personas reales y que sólo se produce por las características concretas de los blogs. Y para mi eso no es ninguna ventaja ni ninguna característica a preservar, sino todo lo contario.

Yo creo que los blogs deben evolucionar para conseguir que las conversaciones sean lo más reales, lo más pesonales que sea posible y eso pasa en primer lugar por erradicar el «ruido», por acabar con esas conversaciones absurdas que nunca tendrían lugar en la vida real: ¿os imagináis charlando animádamente con otras personas y que llega alguien y empieza a meterse con ellas, a molestar, a fastidiar, ya no digo a insultar, sino a «tocar las narices»? Evidentemente a esa persona no se le permitiría nunca ese comportamiento y menos se le dejaría volver a repetirlo.

En los blogs, especialmente en los más visitados, se consiente todo, actitudes y comportamientos que no se permitirían nunca en una conversación real y eso es precisamente lo que puede acabar matando a los blogs y no al contrario.

Por eso la medida que ha tomado Enrique Dans me parece de sentido común y un absoluto acierto. Es también una decisión valiente porque habrá quién le tache de censor, de no creer en lo 2.0, etc, etc. Nada más lejos de la realidad. Unicamente pienso que le va a resultar fráncamente dificil hacer esa moderación con el volumen de comentarios que tiene cada día, pero esto ya es una cuestión operativa que sin duda sabrá cómo resolver.

En fin, mi enhorabuena para Enrique y ójala más blogueros y blogueras decidan tomar medidas (las que consideren más adecuadas) para acabar con las «falsas conversaciones» y así logremos que las «conversaciones reales» se adueñen definitivamente de la blogosfera.

Por cierto que una cuestión que aún no está bien resuelta es la de cómo hacer un seguimiento eficiente de las conversaciones que tenemos en otros blogs diferentes al nuestro, cómo seguimos los comentarios que vamos dejando por ahí.

Buscando por ahí, he encontrado una solución perfecta en el blog de Himliano (enlace arreglado) que yo ya estoy aplicando.

WEBBAR

No dejan de preguntarme que por qué escribo un blog, como si me hubiese hecho de los Hare Krishna, lo cual me resulta en general bastane divertido. Hace unas semanas, ya comentaba en otro post, algunos de los motivos que me habían animado a embarcarme en esta «aventura», pero a medida que va avanzando, voy descubriendo nuevas perspectivas: 

La ortodóxia dice que un blog es un cuaderno de bitácora, un diario; sin embargo, para mi, los blogs tienen un significado muy diferente, al menos los blogs que me interesan; y es que para mi los blogs son como los bares, y me explico: cuando estoy navegando por la red es como cuando voy por la calle, viendo desde fuera los bares (entrando en la primera página de diferentes blogs) buscando un sitio agradable donde tomar una cervecita (a ver si encuentro un blog que merezca la pena) y lo que me decide a entrar o a pasar de largo a otro bar/blog son básicamente tres cosas:

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