Ayer fue Domingo de Resurrección. Para los cristianos es el momento en el que nace el «hombre nuevo», mientras que el viejo, con todos sus pecados, murió tres días antes.
Ojalá en nuestras organizaciones tuviésemos una vez al año la posibilidad de perdonarnos todo lo acontecido, de hacer borrón y cuenta nueva, de reconocer nuestros errores y no dejarnos encadenar por ellos, de darnos a nosotros mismos la oportunidad de renacer, de dejar a un lado nuestro orgullo vestido de coherencia… sin duda sería una gran oportunidad para avanzar.
Totalmente de acuerdo. Para poder innovar y avanzar, primero hay que perdonar y olvidar. Y muchas veces nos cuesta mucho tiempo entender y darnos cuenta de esto.
Me gustaMe gusta
Pingback: Sosegar la conversación interior | Hontza