Se veía venir: no leo más que elogios y loas a la figura de Imaz provenientes del entorno socialista y de allende el ebro: hombre de paz, modernizador del PNV, demócrata antes que nacionalista, moderado, integrador… y de paso un poco de leña para los que quedan.
No tengo ni idea de como estará viviendo Josu Jon tanta alabanza ya que apenas he coincidido con él dos o tres veces (lo que más recuerdo es que es de esas personas para las que un apretón de manos es ante todo un apretón lo más fuerte posible, y que te da unas palmadas en la espalda que te pueden provocar una luxación de hombro :-)) pero igual no voy muy desencaminado imaginando que estará pensando cosas como:
«Claro, claro, hombre de paz y principal respaldo de Zapatero en el proceso de paz… ¡pues ya podíais haberos movido un poquito más cuando pudisteis en lugar de dedicaros todo el día a demostrar que estabais haciendo menos por la tregua que el PP en el 98! Igual así no nos hubiéramos quedado todos, yo el primero, con el culo al aire»
«Y Navarra, qué? ¿Cómo le explico yo a mi gente que mis amigos del PSOE no queréis pactar con los nacionalistas y que nos tratáis como si fueramos unos apestosos? ¿Cómo vendo yo lo de la transversalidad ahora?»
Qué bonitas son las elegías al difunto, pero señores, obras son amores y no buenas razones, y si tenían tan claro que Imaz y las posiciones que representaba eran tan, tan, tan buenas para todos, ¿por qué no han hecho más que torpedearlas en los últimos meses? ¿por qué no han hecho nada para respaldarlo, para que pudiera apuntarse algún éxito producto de su posiciones?
Ahora lo fácil y lo cómodo es simplemente decir que han ganados los duros, que el PNV se echa al monte y todos esos topicazos que tan bien se venden en Madrid. Pero ese análisis simplón y pacato sólo sirve para tranquilizar conciencias, no para avanzar.
Plas, plas, plas…
(aplausos: me ha encantado el análisis).
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