Hoy se ha hecho pública la dimisión de Javier Dean como Viceconsejero de Vivienda. (Actualizo con el enlace a su carta abierta de despedida)
Lo primero que hay que decir es que en este caso la manida fórmula de las «razones estrictamente personales» es completamente cierta y la dimisión y sus motivos eran conocidos y asumidos (a regañadientes, he de decirlo, pues la pérdida es enorme) por todo el equipo de Vivienda. De todos modos estoy seguro que sobre esto comentará en su blog el propio Dean.
Por mi parte no puedo más que agradecerle estos 6 años que ha dedicado al servicio público desde su puesto de Viceconsejero, un tiempo en el que hemos trabajado muy estrechamente. Como no podía ser de otro modo, no siempre hemos coincidido en todo pero he de decir que ha sido fantástico haber podido trabajar juntos y estoy seguro de que me queda un amigo para mucho tiempo.
Su paso por el Gobierno Vasco sin duda que ha dejado una importante huella (no en vano era uno de los pocos Viceconsejeros conocidos por el público en general) por su dinamismo, su energía imparable, y su incorformismo con «las cosas son así», tan vigente en la administración. La política de vivienda ha dado un vuelco enorme bajo su dirección; se podrá estar o no de acuerdo con las medidas adoptadas, pero desde luego no se podrá achacar que no se han tocado todas las teclas posibles y que no se ha removido Roma con Santiago para conseguir los objetivos.
Su salida del equipo de vivienda es una pérdida inmensa, pero me alegro porque se que es lo que Dean quería y necesitaba. Javier es una de esas raras personas que sigue considerando que la política no es una profesión sino una dedicación temporal y que cubierto el ciclo personal, hay que dejar paso y trabajar desde otros sitios. Eso también le honra.
Ahora toca seguir y mi buen amigo Javier Burón, mano derecha de Dean en el Departamento sabrá pilotar esta nave hasta buen puerto, estoy seguro, y además sabe que cuenta con el pleno respaldo de todo el equipo que vamos a estar sólo un paso por detrás para ayudarle y apoyarle en todo lo que sea necesario.