Herramientas contra el estrés y la ansiedad

Uno de los males de nuestro tiempo es el estrés y la ansiedad. La sociedad del cansancio de la que habla Byung-Chul Han que nos lleva a la autoexplotación y al agotamiento mental.

Hay una diferencia enorme entre el cansancio físico y el mental. No tiene nada que ver ese cansancio reparador y satisfactorio del esfuerzo físico realizado tras una intensa jornada de trabajo, frente al cansancio mental que te va minando poco a poco pero inexorablemente.

A lo largo de mi vida profesional he tenido, y sigo teniendo que lidiar muy frecuentemente con este tipo de cansancio mental lo que me ha obligado a experimentar maneras de combatirlo. Con el tiempo he ido descubriendo algunas de las que mejor me funcionan:

  • Hacer algún trabajo físico o manual: dedicar un rato a realizar alguna pequeña reparación en casa, ordenar cosas, fregar, cocinar. Todo lo que implique actividad más manual que mental, especialmente si además se puede empezar y acabar y ver el resultado.
  • Apuntar en una lista las cosas a las que estoy dando vueltas en la cabeza: especialmente por la noche, la mente empieza a repasar problemas o tareas que hay que hacer y parece que no puedes parar de pensar. Levantarse y anotarlo ayuda enormemente porque nos liberamos de la sensación de que si dejamos de pensar en ello lo olvidaremos.
  • Hacer algo al aire libre, y mejor si es en un campo, playa, parque o lo que sea. Cualquier actividad, aunque sea un pequeño paseo, ayuda a despejar la mente.
  • Hacer algo que tenías pendiente de hace tiempo, una compra, una llamada, una visita. Muchas veces el estrés viene por la sensación de que nuestro trabajo es como achicar agua del Titanic con una cucharita de café, y hacer algo que signifique resolver un tema por pequeño que sea, ayuda enormemente.

Por supuesto hay mil maneras más y a cada cual le funcionan unas y no otras, lo importante es tomar conciencia de las que sí me funcionan y echar mano de ellas cuando es necesario.

1 comentario en “Herramientas contra el estrés y la ansiedad

  1. Pingback: No doy abasto, me ahogo | Hontza

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