¿No te pasa que a veces hay días en los que realmente te cuesta hacer las cosas que «debes» hacer?. Es como si te faltara la energía, como si tuvieras ganas de dejarlo todo para mañana porque hoy todo se te hace muy cuesta arriba.
En estas ocasiones yo suelo intentar hacer dos cosas: por un lado intento, si puedo, dejar alguna de las obligaciones que tenga y planificarla para otro momento. Eso me da margen para poder tomar un poco de aire, incluso dar un paseo (como el del video) o hacer algo que realmente me apetezca y así cambiar mi estado de ánimo y continuar con aquellas otras cosas que sí o sí tengo que hacer.
Por otro lado, intento parar un momento y pensar que eso que tengo que hacer pero que no me apetece, en realidad es una oportunidad para practicar la máxima estoica de
No esperes que los eventos sucedan como deseas, sino desea que ocurran como son, y tu vida transcurrirá sin problemas. – Epicteto
Es decir, intento pensar que lo que tengo que hacer y no me apetece es como afrontar un día de lluvia. Preferiría un día soleado, los días de lluvia me entristecen y no me permiten hacer muchas de las cosas que me gustan. Pero racionalmente es absurdo que mi estado de ánimo dependa del día que haga, porque es algo que está fuera de mi control. Lo que sí está bajo mi control es cómo me siento yo ante el día que ha salido.
Pues intento pensar lo mismo con esas tareas o trabajos que tengo que hacer por obligación pero que o no me gustan tanto o en ese momento me resultan muy pesados. Intento pensar que son como un día de lluvia, en este momento no hay nada que pueda hacer para que el día cambie así que mejor me adapto y aprovecho para disfrutar del día de lluvia que voy a tener.
Intento visualizar un día de lluvia en el que hice algo que me gustó, o tengo un buen recuerdo, o estaba en buena compañía. Es decir, trato de visualizar un buen día de lluvia y luego pienso «bueno, se avecina un día lluvioso como aquel, así que vamos a disfrutar todo lo posible».
Y con esto no hablo de llevar una vida de resignación haciendo cosas que no quiero hacer. Cuando esto me pasa a menudo con alguna de mis «obligaciones», entonces trato de replantearme si realmente es algo que debo hacer y cómo puedo cambiarlo a medio plazo o qué tengo que hacer para que no se me siga haciendo tan pesado. Pero muchas veces se trata simplemente de algo puntual y que no requiere un replanteamiento profundo de la vida, ni pensar cosas como «¿si este fuera el último día de mi vida querría hacer esto que tengo que hacer?» Pues claro que no querría, pero es imposible y poco racional hacer solamente y cada día las cosas que haría si supiese que es el último día de mi vida.
El próximo día que se te haga cuesta arriba hacer las cosas que tienes que hacer, prueba a traer a tu memoria un recuerdo bonito de un día de lluvia y piensa que hoy ha salido lluvioso, pero que no por ello tiene que ser necesariamente un mal día. Y si esto te pasa muy a menudo con algún trabajo u obligación que tengas, replantéatela, busca una solución porque ya no es algo puntual y esporádico.
PD: Otra de mis conversaciones conmigo mismo. La escribo para acordarme de ella el próximo día que la necesite.
PD2: Si te apetece, comparte en los comentarios lo que tú haces cuando te ves sin fuerzas para afrontar el día. Seguro que será inspirador.