Empiezo advirtiendo al respetable de que soy firme partidario de la intervención pública en situaciones como la de AIG o las de Freddy Mac y tantas otras que se han producido y que se producirán en el futuro inmediato.
Las consecuencias de la no intervención no son la ruina para unos ejecutivos codiciosos e irresponsables o para unos cuantos especuladores desalmados (estos tienen las espaldas bien cubiertas), sino para miles y miles de ciudadanos inocentes, trabajadores, pequeños inversores, autónomos… no intervenir sería una irresponsabilidad enorme.
Lo que me deja absolutamente perplejo es que la evidencia que estamos viviendo y sufriendo de que este sistema económico no funciona de ninguna manera no esté provocando una auténtica revolución.
Tal y como yo lo veo, durante años lo que ha predicado la ortodoxia liberal y frente a lo que muy pocos han resistido es que cuanto mayor fuese la desregulación del sistema, cuanta más libertad se dejase a los actores financieros, cuanta menos intervención pública hubiese en los mercados, mayor iba a ser nuestro bienestar, más nos ibamo a enriquecer todos y más estábamos asegurando nuestro futuro.
En la última década con estas recetas, efectivamente Europa y EE.UU muy especialmente hemos vivido en la opulencia. Es cierto que los beneficios de las grandes empresas y de las entidades financieras eran escandalosos a todas luces; es cierto que las desigualdades con el resto del mundo iban en aumento; pero también nosotros nos estábamos haciendo ricos: nuestros pisos valían 5 veces más, podíamos irnos de vacaciones a cualquier parte del mundo, los Cayenne eran el coche de moda, restaurantes a tope, tiendas de lujo… el pleno empleo (empleo de mierda, la mayoría de las veces, pero empleo) estaba a la vuelta de la esquina… y el que dijera lo contrario era un aguafiestas.
En apenas un año descubrimos que todo era un montaje y que los pilares del sistema, los que nos guardan nuestros ahorros, los que nos aseguran el plan de pensiones, los que nos prestaban el dinero que ganaríamos en los próximos 50 años para que nos lo gastasemos alegremente cuanto antes, caen uno tras otro sin remedio.
Y el único remedio que nos queda es intervenir, porque al final, algo tan serio como nuestros ahorros, nuestras pensiones, nuestros seguros de vida… todo lo verdaderamente importante no puede estar al albur del mercado, porque el mercado sólo funciona cuando las cosas van bien, pero cuando van mal no hay más alternativa que intervenir.
Lo que está pasando debería provocar una auténtica revolución civil que fundase un nuevo sistema económico. Sí, ya se que suena a boutade, pero creo de verdad que no debieramos mirar todo esto como si fuese un fenómeno metereológico contra el que lo único que cabe es sacar el paragüas, el que lo tenga, y esperar a que escampe.
Un nuevo sistema que acote con claridad el ámbito en el que puede y debe funcionar el libre mercado y en el que no puede porque el riesgo es tan alto que sólo desde lo público se puede manejar. Un sistema que persiga la especulación y los movimientos financieros no productivos como si fuesen pecados capitales. Un sistema que ponga límites a lo que se puede hacer para elevar la cuenta de resultados de una empresa y lo que no. Un sistema que establezca «esto es demasiado serio como para jugarnoslo en el casino del mercado libre»
Alguien me acusará de intervencionista insoportable y trasnochado… JA! os digo yo: tan sólo soy un «intervencionista preventivo», porque a la vista está que cuando llega la hora de la verdad hasta el más liberal de los liberales se olvida del mercado y su sacrosanta libertad, así que ¿por qué esperar a intervenir cuando la situación es desesperada? Como finalmente habrá que hacerlo, hagámoslo desde el principio y al menos podremos hacer frente a las crisis con los beneficios de los ciclos de bonanza, en lugar de que de ellos sólo se aprovechen cuatro mangantes magnates de las finanzas.
(La foto es de Pepe Alfonso)
ACTUALIZACION: Aún hay quien quiere sacar tajada de todo esto y pide «un paréntesis a la economía de libre mercado» para que entre todos asumamos las pérdidas y a continuación «más liberalizaciones, más privatizaciones y pasar a la gestión privada los servicios públicos» Sí señor con dos coj…, cómo ya hemos demostrado de lo que somos capaces cuando nos dejan las manos libres en la banca, los seguros, y las finanzas, a ver hasta donde podemos hundir la sanidad, la educación , los transportes… empiezo a pasar de la perplejidad al cabreo más absoluto.