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Innovación y Bienestar en la Biopolis Cantábrica 2046

En los artículos anteriores os he contado cómo funciona el gobierno de la Biopolis Cantábrica en 2046 y también cómo hemos resuelto el manejo del dinero, las necesidades básicas y los límites del planeta, y hoy vamos a continuar un poco con esta cuestión, hablando de las empresas, la innovación y el desarrollo tecnológico.

Porque las Biopolis son espacios de un inimaginable dinamismo innovador y científico ya que existe un gran incentivo evidente: toda mejora o descubrimiento que nos permite ampliar los límites de nuestra capacidad de producir y consumir, sin alterar el equilibrio ecológico o mejorando la biodiversidad, permite que podamos ampliar también nuestro bienestar.

El mecanismo es sencillo pero muy eficaz: a quien realiza un descubrimiento que permite ampliar el volumen global de Codos que se pueden «gastar» porque se produce por ejemplo una reducción de uso de materias primas, o un mayor aprovechamiento de las existentes o una reducción de los deshechos de un proceso productivo, se le asigna directamente un 1% de esa mejora, y el 99% restante es repartido proporcionalmente a nivel mundial y luego en cada Biopolis a cada persona. Lógicamente quien realiza esos descubrimientos obtiene una cantidad muy sustanciosa de Codos.

El incremento del volumen global de Codos disponibles, permite también incrementar el límite máximo de Euros que se permite acumular así como ampliar el mínimo necesario para cubrir las necesidades básicas. De este modo el conjunto de la sociedad se beneficia de los nuevos avances y quienes los han desarrollado lo hacen en una proporción mayor.

Otro aspecto muy relevante en relación con la innovación y el progreso tecnológico es que todo descubrimiento que se produce ha de ser compartido a nivel mundial para que todas las sociedades puedan beneficiarse igualmente. La razón de esta obligación es muy obvia: cualquier descubrimiento de este tipo, de nada sirve si no es aplicado a nivel mundial y en consecuencia tampoco beneficia a sus descubridores.

Esta dinámica ha generado también toda una nueva manera de conducir las relaciones internacionales, de lo cual hablaremos más detenidamente en otro artículo.

En la práctica conviven tres tipos de organizaciones. Primero, las Unidades de Producción Comunitaria, que dependen de la Intendencia General y fabrican o prestan los bienes y servicios básicos con precios regulados. Su mandato es asegurar el acceso universal y operar dentro de los límites ecológicos establecidos.

Luego están las Iniciativas de Interés Ciudadano (cooperativas, talleres, microfábricas, estudios creativos, laboratorios, etc), que compiten en el espacio de productos y servicios no básicos usando Euros y con huella en Codos; aquí florece la diversidad y el gusto por lo singular.

Y en tercer lugar, los Consorcios de Misión, alianzas temporales público-comunitarias creadas para resolver desafíos concretos (por ejemplo, descarbonizar la logística costera o restaurar una cuenca). La Asamblea autoriza su misión y la Junta de Garantías verifica que sus planes respetan los límites ecosociales antes de escalar.

El gobierno interno de estas organizaciones es simple y transparente: estatutos ecosociales comunes (objetivo de servicio, métricas de bienestar y de Codos), cuentas abiertas y auditorías ciudadanas por muestreo desde las “Combas”, donde también se deliberan mejoras y se priorizan necesidades locales.

Las direcciones se eligen como hemos visto anteriormente, combinando mérito y sorteo para reducir la captura de poder y preservar la diversidad.

Como la financiación también cambió radicalmente al desaparecer los intereses, ahora el capital productivo rota a través de fondos comunitarios y contratos de precompra de la Intendencia para acelerar la industrialización de descubrimientos útiles, y en lugar de “beneficios” financieros, las iniciativas reportan “resultado comunitario”: mejora neta en Codos y satisfacción de necesidades; con eso acceden a más capacidad productiva, permisos y talento.

El talento se organiza en “pools” de competencias. Cada persona combina tiempo de servicio comunitario (cubrir lo básico) con tiempo de iniciativa (emprender, investigar, crear). La movilidad es alta: se entra y sale de consorcios por proyectos, y las “Combas” funcionan como nodos de aprendizaje continuo y orientación vocacional para jóvenes y mayores.

La retribución sigue el esquema general de la Biopolis y se complementa con Codos adicionales cuando las contribuciones generan mejoras medibles, y ¿cómo medimos esas mejoras? Con gemelos ecosociales del territorio y de los procesos productivos: modelos que actualizan en tiempo real el “coste en Codos” de materiales, energía, logística y uso. La Junta aplica reglas de prudencia: primero pilotos, después evaluación independiente y, si el “delta-Codo” es robusto, autorización para desplegar a escala.

La relación entre empresas y gobierno es de corresponsabilidad. La Asamblea marca prioridades (por ejemplo, reducir el consumo de Codos en calefacción doméstica) y lanza retos; la Intendencia provee datos, compras tempranas y estandarización; y las iniciativas compiten por resolver mejor el problema. Si el resultado amplía el “techo” de Codos o abarata lo básico, sube el umbral de cobertura para todo el mundo y, con ello, el bienestar compartido.

Por debajo de todo, la tecnología es herramienta, no fin: IA para orquestar cadenas circulares, robótica blanda para cosecha selectiva, biofabricación para materiales regenerativos, y software libre para que cualquiera pueda replicar y mejorar. Mantener esa infraestructura digital y física es una obligación prioritaria de la Biopolis, porque sin ella el sistema no sería ni sencillo ni operativo para la ciudadanía.

Las “empresas” de 2046 son nodos de una red de innovación abierta al servicio del buen vivir dentro de los límites del planeta. Cuando aciertan, ganamos todos; cuando fallan, aprendemos rápido y sin hundir a nadie.

Y como siempre os recuerdo, la realidad existió primero en la imaginación y el deseo.

10 cosas que debes saber si vas a contratar a alguien para tareas del hogar.

Contratar a una persona para echar una mano en casa —ya sea para limpiar, cocinar, cuidar o acompañar— es algo habitual en muchas familias. Pero lo que no siempre es tan conocido es que hacerlo con todas las de la ley requiere cumplir una serie de pasos. No basta con pagar a final de mes. Hay que formalizar la relación laboral y respetar unas condiciones mínimas que no son opcionales. Aquí van 10 claves que conviene tener muy claras:

1. Siempre hay que dar de alta en la Seguridad Social, aunque solo venga unas horas. Una de las confusiones más comunes: “Si solo viene dos tardes, no hace falta contrato”. Falso. Desde la primera hora de trabajo, hay que dar de alta a la persona empleada en el Sistema Especial para Empleados del Hogar. No hacerlo puede suponer sanciones y pérdida de derechos para quien trabaja.

2. La persona empleadora debe ser quien reciba directamente el servicio. Si se contrata ayuda para cuidar a una persona mayor, debe figurar como empleadora esa persona —si está en condiciones legales y cognitivas para ello— y no un hijo o familiar. Si no se hace así, el contrato no se extinguirá automáticamente si esa persona fallece. Un detalle que puede complicar mucho las cosas después.

3. Necesitarás un certificado digital o acceso a la plataforma Import@ss. Para tramitar el alta, deberás identificarte electrónicamente ante la Seguridad Social. Si no tienes certificado digital, puedes solicitar uno o gestionar el alta desde una asesoría laboral. También puedes hacerlo desde Import@ss.

4. Debe firmarse un contrato por escrito. El contrato es obligatorio si la relación laboral supera las cuatro semanas, pero es más que recomendable en todos los casos. Debe incluir salario, jornada, descansos, funciones, retribución y duración del contrato. Dejarlo todo por escrito evita malentendidos.

5. El salario mínimo está claro: 1.184 euros mensuales o 9,26 euros por hora. En 2025, el salario mínimo en jornada completa (40 horas semanales) es de 1.184 euros brutos al mes en 14 pagas. Si se paga por horas (con vacaciones y pagas prorrateadas), son 9,26 euros por hora trabajada. No se puede pagar menos.

6. Cotizar a la Seguridad Social tiene un coste y puedes calcularlo fácilmente. Las cotizaciones varían según el salario y las horas. Para saber cuánto debes pagar como empleador o empleadora, la Seguridad Social ofrece esta útil calculadora de cuotas. Además, existen bonificaciones si se cumplen ciertos requisitos.

7. Las bajas médicas y los accidentes también están cubiertos. Desde la reforma de 2022, las personas empleadas del hogar tienen derecho a prestaciones por incapacidad temporal desde el primer día de baja, así como protección frente a despidos injustificados. Además, cotizan para desempleo. Esto supone un avance significativo en sus derechos y debe tenerse en cuenta en la planificación del contrato.

8. Las vacaciones y festivos son irrenunciables. 30 días naturales de vacaciones al año, con al menos 15 días consecutivos si lo pide la persona empleada. Y sí, también tienen derecho a los festivos del calendario laboral. Negociar suprimirlos “a cambio de más sueldo” no es legal ni justo.

9. A partir de 2026, será obligatorio aplicar medidas de prevención de riesgos. La normativa está cambiando: desde ese año, habrá que hacer una evaluación básica de riesgos en el hogar y ofrecer formación mínima en prevención laboral. Aunque suene a trámite empresarial, se trata de proteger también en entornos domésticos.

10. Contar con una asesoría especializada no es un lujo, es una tranquilidad. Si no tienes experiencia en este tipo de contrataciones, lo mejor es apoyarte en profesionales. Una asesoría laboral puede ayudarte con el alta, el contrato, las nóminas y los cambios normativos. Al final, es una pequeña inversión para hacer las cosas bien desde el principio.

Cumplir la ley no solo evita sanciones: también es una forma de reconocer con dignidad un trabajo que muchas veces se realiza en silencio, pero que sostiene el día a día de muchas personas y familias.

#EmpleoDoméstico #DecálogoLegal #TrabajoEnElHogar #SeguridadSocial #ContrataciónResponsable #DerechosLaborales #AsesoríaLegal #RegulaciónDoméstica

Asamblea Ciudadana por el Clima en Bilbao.

Nota de prensa Arranque y Valoración de la AC. Valoración del grupo de trabajo a favor de la asamblea ciudadana por el clima de Bilbao

Bilbao, el 27/02/2025.

El jueves 20 de febrero, el Ayuntamiento de Bilbao presentó la Asamblea Ciudadana por el Clima, un ejercicio de democracia deliberativa recomendada por la OCDE, pero sobre todo una oportunidad única frente al desafío climático y sus dilemas éticos. 

Desde el grupo de trabajo formado por activistas de colectivos ecologistas para el seguimiento y difusión de este proceso, queremos aportar nuestra valoración y detallar algunos matices. Tener en cuenta los mismos garantizaría que este ejercicio democrático fuera transformador, no sólo para los participantes sino, para toda la ciudadanía de Bilbao. Sin dejar de resaltar la importancia de que se lleve a cabo, lo cual valoramos muy positivamente, observamos estos puntos de mejora:

  • El número de facilitadoras y expertas es escaso. La facilitación ayuda a que esa representatividad sea efectiva, contribuyendo a que todas las voces sean escuchadas y tenidas en cuenta; y, la diversidad de personas expertas, a que se abarque el tema de forma completa y plural.
  • Las formaciones que van a recibir las personas que participan en la asamblea deberían difundirse cumpliendo así esa labor pedagógica y transformadora en toda la sociedad.
  • El seguimiento no solo por parte de un comité interno sino también por parte de uno externo podría contribuir a la idoneidad del proceso.
  • El Ayuntamiento debe comprometerse públicamente a aplicar las conclusiones de la Asamblea: De momento, no define ni los plazos ni la forma en la que se responderá, ni de qué forma se implementarán las medidas ni cómo se hará el seguimiento de su evolución y cumplimiento posterior.

El sábado día 22 de febrero, se celebró la primera de las 6 sesiones en las que participarán, durante 4 meses, 50 personas de la ciudad elegidas por sorteo para responder a la pregunta: “¿Cómo debemos adaptarnos en Bilbao al cambio climático y reducir su impacto en la ciudadanía?

El viernes 21, un día antes, comenzó la Asamblea Ciudadana Navarra. Esperamos que la Asamblea Ciudadana de Transición Energética y Cambio Climático que se recoge en la ley del País Vasco, no tarde mucho en empezar.

Para salir de la inercia del sistema, romper con el bloqueo político y los límites del sistema partidista, esta herramienta innovadora aúna los diferentes intereses y realidades sociales en busca del bien común, para llevar a cabo los cambios profundos que necesitamos ante la emergencia climática.

Hasta ahora, las instituciones no han sido capaces de llegar a los acuerdos necesarios para ni siquiera frenar esta crisis. Precisamente por eso, nos parece el momento idóneo para implementar asambleas ciudadanas, cuya potencia reside en llegar a acuerdos amplios y representativos de la sociedad en su conjunto. Esto proporciona a las propuestas acordadas una legitimidad y un reconocimiento necesarios para hacer una apuesta ambiciosa en políticas climáticas. La Asamblea Ciudadana permite que las decisiones que se deben tomar y que van a afectar profundamente al modo de vida de la gente, se tomen por la propia ciudadanía.

La mediatización del proceso democrático, el compromiso de las y los concejales y la apropiación del debate por la ciudadanía bilbaína serán claves para que las conclusiones de la Asamblea sean realmente vinculantes y no queden en papel mojado.

Grupo de Trabajo a favor de la Asamblea Ciudadana por el Clima:

Greenpeace Euskadi, Ekologistak Martxan, Extinction Rebellion Bizkaia, Fridays For Future Bilbao

Más info: https://desobedecer.net/mas-democracia-para-actuar-ya-contra-el-cambio-climatico/

La Gestión del Cliente y Opiniones Difíciles

Afortunadamente no me pasa mucho pera a veces algún cliente del despacho expresa opiniones estilo «cuñao», para entendernos rápido. Algo del estilo de «claro, aquí los autónomos pagando impuestos a tope y a «estos» que vienen les dan la sopa boba». Los temas pueden ser variados, la igualdad, el gobierno, los impuestos, las bajas, las leyes, en fin…
La cuestión es que siempre me quedo con la duda de cómo reaccionar en estos casos. A veces trato de entablar una conversación honesta sobre el tema, pero me da la sensación de que el cliente no quiere eso, sino solo «quejarse» y que alguien le escuche.
Otras veces no digo nada, pero me quedo yo con la sensación incómoda de haber dejado pensar al cliente que comparto su opinión.
En alguna ocasión me he enfrentado abiertamente, perdiendo la discusión y al cliente.
Últimamente estoy optando por no seguir la conversación a la vez que hago patente con lenguaje no verbal mi incomodidad con sus opiniones.
¿Habéis tenido alguna vez alguna situación de este tipo? ¿Cómo la habéis afrontado?

Refugio Digital: El Renacer de los Blogs en la Era de las Redes Sociales

Publiqué mi primer post en este blog en mayo del 2006, y desde entonces he tenido múltiples idas y venidas, pero por algún motivo siempre acabo de vuelta aquí.

Casi 20 años después lo retomo por penúltima vez (nunca será la última, estoy seguro) con la intención de publicar sobre cuestiones profesionales y personales.

Recuerdo haber publicado en algún momento que los blogs habían muerto a manos de las redes sociales. Y en parte es cierto, pero quizá tengan una nueva vida como otras tecnologías que abandonamos por otras supuestamente mejores y que acabamos descubriendo que no lo eran tanto.

Hoy las redes en general son una invención cuya única utilidad real es engordar los ya de por sí obscenos patrimonios de sus accionistas, a costa de la salud mental y emocional de cientos de millones de personas, a costa de la expansión de lo peor de la humanidad (el racismo, el machismo, la homofobia, la aporofobia, el fascismo, etc.), y a costa de la propagación de la mentira a escala planetaria.

Personalmente hace casi 10 años que cerré mi cuenta en Facebook, y afortunadamente nunca conseguí engancharme a Instagram. Tengo cuenta en Youtube pero no publico, y TikTok me lo instalo algún finde un rato como pasatiempo.

La red social donde más tiempo y dedicación he invertido, con diferencia, ha sido en Twitter. Pasé de no entenderla inicialmente y pronosticar que sería un bluf, a enamorarme y defender contra viento y marea sus bondades, como eran la posibilidad de conectar personas, de compartir conocimiento y experiencia, la facilidad de uso, la inmediatez, la capacidad de armar redes comunitarias, etc.

Pero en algún momento, no se identificar bien cuándo, todo se empezó a torcer. Y no, no fue con la llegada de Musk, sino antes. Cada vez había más bots, más publicidad. El scroll infinito te enganchaba de una manera brutal. El algoritmo te sugería cosas que en realidad no te interesaban, o incluso te molestaban (luego descubrimos que esa era precisamente la idea, cabrearnos porque cuando estamos enfadados twiteamos más).

La llegada de Musk y la conversión en X no hizo sino explotar al máximo lo que se venía probando antes, hasta conseguir convertirla en una fosa séptica repleta de bots, fascistas, buleros y mierdinfluencers criptobros.

Hace como un año o por ahí que hice una copia de seguridad de mi cuenta, y con mucho pesar y también alivio, la borré completamente. En mi opinión, si desaparecieran mañana todas las redes sociales no perderíamos absolutamente nada, muy al contrario.

En todo caso este año he decidido dar una oportunidad a LinkedIn, una red en la que estoy desde el principio pero que nunca me ha gustado especialmente (me parecía, y me sigue pareciendo un caos y un lío de utilizar) pero en la que al menos se que estoy hablando con personas reales, a las que conozco en su mayoría, y con las que puedo mantener una conversación normal y provechosa.

Así que aprovecharé y publicaré también aquí lo que publique en Linkedin, y quien sabe si al final no volveremos al origen y nos quedaremos solo en el blog, el refugio digital.

Una mirada con perspectiva

Desde la vuelta de vacaciones en septiembre están siendo unas semanas muy apropiadas para ejercitar la capacidad de distinguir lo que está en tu zona de control y lo que no (la famosa dicotomía del control) y sobre todo a mantener la serenidad frente a lo que está fuera de ella y a actuar sobre lo que está dentro.

Viéndolo ahora con un poco de perspectiva, has ido mejorando. Empezaste realmente mal, con mucha frustración y angustia porque las cosas no eran como tú querías, como tu habías imaginado… pero poco a poco has podido ir mejorando, evolucionando a poquitos, descubriendo y descubriéndote.

En ese camino te ha ayudado mucho revisar cada día lo que hacías, escribir en tu diario, pasar tiempo contigo mismo, reconocer tus errores y tus fracasos, pelear contra la autocompasión, agradecer el presente, acompañarte de buenas lecturas y de personas inspiradoras, hacer lo que tenías que hacer aún sin mucha motivación, incluidas conversaciones bien complicadas.

Y con todo ello has podido aprender, otra vez, algunas cosas interesantes que será bueno que no olvides, que seas capaz de mantener en tu comportamiento diario como que nada es tan malo como parece, que mucho depende de cómo vives lo que te sucede y que hay que mantener una cierta «indiferencia» frente a todo, que la vida nos puede poner pruebas tremendamente duras, de las que realmente desconocemos su verdadero final.

Has sufrido, has disfrutado, has decidido, has vivido y lo has hecho tomando conciencia en cada momento.

Miras atrás con serenidad y observas tu evolución.

Miras al futuro y sueñas con hacer realidad tus sueños.

El pasado ya no te daña, solo te enseña.

El futuro está por escribir, haz tu parte.

El presente es lo único que verdaderamente tienes, no lo pierdas!

El ruido de las cosas al caer

En las últimas semanas he leído varios libros de Juan Gabriel Vásquez, un escritor que me ha enamorado, y en uno de ellos que se titula «El ruido de las cosas al caer» hay un fragmento que me ha resultado especialmente inspirador y que tiene un trasfondo estoico muy refinado:

La edad adulta trae consigo la ilusión perniciosa del control, y acaso dependa de ella. Quiero decir que es ese espejismo de dominio sobre nuestra propia vida lo que nos permite sentirnos adultos, pues asociamos la adultez con la autonomía, el soberano derecho a determinar lo que va a sucedernos enseguida. El desengaño viene más pronto o más tarde, pero viene siempre, no falta a la cita, nunca lo ha hecho. Cuando llega lo recibimos sin demasiada sorpresa, pues nadie que viva lo suficiente puede sorprenderse de que su biografía haya sido moldeada por eventos lejanos, por voluntades ajenas, con poca o ninguna participación de sus propias decisiones. Esos largos procesos que acabarán por toparse con nuestra vida -a veces para darle el empujón que necesitaba, a veces para hacer estallar en pedazos nuestros planes más espléndidos- suelen estar ocultos como corrientes subterráneas, como meticulosos desplazamientos de las capas tectónicas, y cuando por fin se da el terremoto invocamos las palabras que hemos aprendido a usar para tranquilizarnos, accidente, casualidad, a veces destino. Ahora mismo hay una cadena de circunstancias, de errores culpables o de afortunadas decisiones, cuyas consecuencias me esperan a la vuelta de la esquina; y aunque lo sepa, aunque tenga la incómoda certeza de que esas cosas están pasando y me afectarán, no hay manera de que pueda anticiparme a ellas. Lidiar con sus efectos es todo lo que puedo hacer: reparar los daños, sacar el mayor provecho de los beneficios. Lo sabemos, lo sabemos bien; y sin embargo siempre da algo de pavor cuando alguien nos revela esa cadena que nos ha convertido en lo que somos, siempre desconcierta constatar, cuando es otra persona quien nos trae la revelación, el poco o ningún control que tenemos sobre nuestra experiencia.

Es una manera muy bella de escribir sobre la famosa dicotomía del control que está en la base del estoicismo y que Zenón de Citio explicaba con la siguiente metáfora:

Somos como un perro atado a una carreta tirada por dos grandes caballos percherones. La cuerda que lo une a la carreta es bastante larga como para que el perro pueda moverse con comodidad. Una vez que la carreta se pone en marcha, el perro puede luchar contra el movimiento, e intentar no avanzar, o puede comenzar a andar y aprovechar el margen que le proporciona la longitud de la cuerda para investigar los alrededores durante el camino.

En ambos casos, el perro acabará yendo a donde lo lleve la carreta. La diferencia es que si se resiste, sufrirá al verse arrastrado, pero si opta por pasear junto a ella, investigando el entorno alrededor, su viaje será mucho mas placentero.

Pues eso, deja ya de intentar detener la carreta y disfruta del camino por el que te lleva.

¿Acabará la IA con los techos de cristal?

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A propósito de esta «polémica» que ha habido estos días por muchas de las redes en las que me muevo, quería compartir una experiencia que me ha resultado cuando menos interesante.

Hace un par de semanas asistí al II Congreso de la Economía Social y Solidaria, y el ambiente era especialmente femenino: mayoría de asistentes, casi todas las ponentes eran mujeres, todo el mundo (hombres incluidos) hablaban constantemente en genero femenino…

En mi ámbito profesional, muy centrado en la industria, el ambiente es marcadamente masculino, vayas donde vayas siempre hay un montón de hombres y eso te hace sentirte muy cómodo.

En cambio aquí era justamente lo contrario, y he de decir que aunque sabía que era algo buscado, algo con lo que estoy plenamente de acuerdo, algo que me parecia bien… también me hizo sentir cierta incomodidad, como una menor identificación con el discurso y con las personas, como si me sintiese un poco excluido… será así cómo se sienten las mujeres habitualmente en los lugares en los que los hombres somos abrumadora mayoría?

Claro, esta sensación mía me duró un par de segundos, en un entorno en el que estaba totalmente cómodo, sabiendo que todo aquello era precisamente buscado en parte para generar una cierta reflexión. Pero si en estas condiciones tan suaves, pude sentir un poco de esa exclusión, cómo será sentir eso constantemente, en cada evento, en cada círculo, en cada lugar de trabajo (en la mayoría al menos)…?

La realidad es que aún hay muchísimos ámbitos, especialmente en el mundo empresarial, y en concreto en los niveles directivos, así como en los puestos de mayor visibilidad social, en los que los hombres somos mayoría abrumadora e incomprensiblemente.

Creo que esto se debe a que los hombres nos identificamos de manera natural e inconsciente más fácilmente con otros hombres que con las mujeres, y tendemos siempre a rodearnos de hombres cuando tenemos que seleccionar una nueva persona para nuestro equipo, cuando tenemos que ascender a alguien, etc. En la mayoría de los casos seguramente no se hace de manera consciente, y si preguntamos a los protagonistas, nos dirán que no tienen ninguna preferencia de antemano, que simplemente escogen a las personas más cualificadas, sean hombres o sean mujeres.

Y estoy seguro de que en la mayoría de los casos es así, creen de verdad que están haciendo una elección neutral, pero la realidad es que hay esos factores inconscientes que hacen que esa elección no sea neutral.

La prueba de esto es que en los ámbitos donde se produce una selección estrictamente objetiva, el número de mujeres es mucho mayor que donde la elección depende del criterio de otros hombres. Si comparamos la distribución por género de las personas que acceden a determinadas carreras universitarias, para las que el único requisito es tener una nota media determinada, veremos que efectivamente hay tantas mujeres como hombres. En este caso hay un criterio aboslutamente objetivo de selección de las personas más cualificadas, y ahí no existen diferencias de género.

Sin embargo, en los puestos directivos que ocupan esos mismos profesionales, que dependen normalmente de la elección de otros profesionales (en su mayoría hombres), se produce ese fenómeno del techo de cristal, esa barrera invisible que hace que las mujeres no lleguen a dichos puestos.

Por eso me parece fundamental que quienes creemos en la igualdad, y además creemos que la practicamos, seamos conscientes de que tendremos que «forzar» para vencer ese sesgo inconsciente que tenemos y que nos condiciona las decisiones.

O quizá la igualdad real venga cuando la selección de personas la hagan máquinas de inteligencia artificial sin nuestros sesgos ni prejuicios, solo con criterios realmente objetivos… veremos.

Propuestas para mejorar la Democracia (2)

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Hace 10 años escribí en este blog un artículo titulado «Propuestas para mejorar la Democracia» que sorprendentemente es el más visitado de todo el blog aún hoy en día.

Pasado todo este tiempo, ninguna de aquellas medidas que proponía se han puesto en práctica. Diez años después varios de aquellos temas son aún hoy tema de debate y contenido de posibles acuerdos de gobierno, pero siguen sin aplicarse.

En todo caso, visto que es un tema que despierta mucho interés, voy a actualizar el artículo con nuevas propuestas que imagino que dentro de 10 años tampoco estarán aplicadas, pero bueno, por soñar que no sea.

Transparencia: elemento fundamental del sistema político. Cualquier medida encaminada a eliminar zonas oscuras en las instituciones es buena de partida. A la inversa exactamente igual. Para mí lo ideal sería que las bases de datos de la administración fuesen públicas, y fuera la sociedad civil a través de sus asociaciones, empresas, particulares, etc, quienes hicieramos el trabajo de bucear en los datos, crear programas y apps de seguimiento y control, etc, etc. En esto hay gente como @alorza que tiene las ideas mucho más claras y concretas.

Descentralización: las instituciones que mejor funcionan, que están mejor valoradas y en las que hay más participación, son las que están más cerca de la ciudadanía siempre y cuando tengan un campo real de actuación y de gestión. Por eso, cuanto más se descentralice y se distribuyan las instituciones y su gestión, mucho mejor.

Participación: unido a las dos anteriores, facilitar la participación ciudadana, no solo a la hora de votar, si no a la hora de plantear los debates, las decisiones, etc. Utilizar con mucha más frecuencia la herramienta de la consulta popular, en sus diversas fórmulas, los presupuestos participativos, las tomas de decisiones participadas, la integración de los agentes sociales y civiles, etc. También es participación fortalecer los movimientos sociales y los movimientos civiles, dejandoles espacio de actuación y favoreciendo su desarrollo.

 

 

El elefante en la habitación (una aportación)

 

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Plantea Guillermo Dorronsoro en el último artículo de su blog la necesidad de abordar un problema al que identifica con el elefante en la habitación que todo el mundo pretende ignorar, pero que es evidente que está ahí:

Veo recaudaciones estancadas o decrecientes y gastos sociales crecientes. A pesar de los controles del déficit, la deuda pública sigue en aumento, para atender esas demandas (este tema se va a poner muy de moda con la aprobación de los próximos presupuestos del Estado). Y cada vez quedan menos recursos para las apuestas e inversiones públicas y público-privadas que podrían crear riqueza en el futuro (…)

Y si no invertimos en esas apuestas, la recaudación seguirá cayendo, y como los gastos sociales van a seguir creciendo (por razones demográficas), esta realidad se está convirtiendo en un círculo vicioso que nos conduce de manera inexorable al declive.

Coincido en que tenemos un elefante en la habitación, coincido en que parece que se confía en que el elefante se marche de la habitación por si mismo y sin hacer mucho estropicio, y coincido también en que de no hacer nada, lo más probable es que el dichoso elefante nos destroce la habitación y la casa entera.

Bien, y qué hacemos? De manera muy resumida, para no agotar al respetable, dejo a continuación algunas reflexiones sobre lo que se podría intentar hacer:

Lo primero me parece fundamental hacer un esfuerzo por conseguir que la economía de libre mercado recupere su legitimidad y recupere el fin para el que se creó y que fue el que la ciudadanía aceptó: procurar el progreso y la prosperidad del conjunto de la ciudadanía, presente y futura. Es falso que el capitalismo signifique solo buscar el máximo beneficio individual. Esta es una derivación perversa, una vuelta a la ley de la selva de la que la humanidad lleva varios siglos buscando la manera adecuada de escapar.

Hay datos objetivos para demostrar que jamas en la historia de la humanidad ha habido tantas personas viviendo tan bien como en la actualidad, y ese mérito se lo debemos al sistema de libre mercado, está claro. Pero también está claro que en los últimos tiempos, especialmente desde la caída del muro de Berlín, se ha producido una polarización creciente y cada vez hay más personas ricas y a la vez más personas pobres.

Esto pasa en todo el mundo, y en España la «crisis» ha servido de excusa para desarrollar políticas que están abundando en la brecha de la desigualdad, haciendo pagar la factura del festín a las clases más pobres, no a quienes disfrutaron del mismo, ni siquiera a las clases medias como se viene diciendo, sino directamente a las más desfavorecidas.

Un sistema económico que no sirve para que todos progresemos, unos más y otros menos, eso es admisible, pero sin dejar a nadie por el camino, es un sistema que nos devuelve al sálvese quien pueda, con todo lo que eso significa. Un sistema que ha perdido la legitimidad, tarde o temprano se derrumbará, por lo civil o por lo militar…

En consecuencia, desde mi punto de vista, lo primero de todo es consensuar que nuestro sistema económico tiene como objetivo esencial favorecer el progreso de todas las personas, ofreciéndoles oportunidades, protegiéndolas en las adversidades, favoreciendo su iniciativa y reduciendo las desigualdades sociales. Adela Cortina lo expresaba mucho mejor que yo en su lectio al recibir el doctorado honoris causa por la Universidad de Deusto.

Por cierto, resulta que esto es lo que dice nuestra propia Constitución del 78 en su preámbulo (las negritas son mías)

La Nación española, deseando establecer la justicia, la libertad y la seguridad y promover el bien de cuantos la integran, en uso de su soberanía, proclama su voluntad de:

Garantizar la convivencia democrática dentro de la Constitución y de las leyes conforme a un orden económico y social justo.

Consolidar un Estado de Derecho que asegure el imperio de la ley como expresión de la voluntad popular.

Proteger a todos los españoles y pueblos de España en el ejercicio de los derechos humanos, sus culturas y tradiciones, lenguas e instituciones.

Promover el progreso de la cultura y de la economía para asegurar a todos una digna calidad de vida.

Establecer una sociedad democrática avanzada, y

Colaborar en el fortalecimiento de unas relaciones pacíficas y de eficaz cooperación entre todos los pueblos de la Tierra.

En consecuencia, las Cortes aprueban y el pueblo español ratifica la siguiente

CONSTITUCIÓN

A partir de ahí, sin apriorismos ideológicos, hay que empezar a construir la manera en la que afrontar los retos actuales y futuros, especialmente los siguientes:

El trabajo ya no es garantía de integración social: seguimos viviendo en la idea de que «la mejor política social es crear empleo» y esto ya no es verdad, y lo va a ser cada vez menos. Primero porque asistimos a un proceso de precarización y empobrecimiento de los trabajadores que debe ser revertido vía legislación, pero especialmente porque en el futuro la realidad es que no va a haber trabajo para todos el mundo tal y como lo entendemos ahora… la robotización, la automatización, el desarrollo de la inteligencia artificial, nos va a llevar en mucho menos tiempo del que pensamos a que nos «sobren» millones y millones de horas de trabajo de personas. En cierto modo vamos hacia la utopía de librarnos de la maldición bíblica del «ganaras el pan con el sudor de tu frente» porque las máquinas van a hacer la mayor parte del trabajo y entonces todo el sistema actual será inservible.

Vivimos en una economía basada en el consumo: las personas, gracias al trabajo que desarrollan, perciben una retribución y generan bienes y servicios que a su vez pueden consumir gracias a dicha retribución, y del consumo, del trabajo, del salario y de los beneficios de todo el ciclo, se nutre el procomún (lo público) vía impuestos. Si quitamos de la ecuación el trabajo, resulta que podemos producir lo mismo con las máquinas, pero ¿quien lo va a poder comprar si no hay trabajo ni salarios? ¿Qué impuestos se van a poder recaudar? ¿Cómo vamos a ser capaces de cumplir el objetivo de progreso y reducción de la desigualdad que nos habíamos planteado?

Habrá que ir trabajando seriamente cuestiones como la renta universal, la cotización a la seguridad social de los robots, la contribución al progreso social de las empresas vía impuestos y otros, la distribución de la renta desde su generación y no solo vía recaudación y política social…

Y tenemos que empezar ya, porque estos cambios que nos parecen aún hoy lejanísimos, se están produciendo a una velocidad exponencial, y ya sabemos lo que eso significa.

Un segundo enorme problema que debemos abordar es el del modelo de globalización que hemos desarrollado: es un modelo inservible porque solo beneficia al 0,01% de la población, un modelo que genera mega corporaciones cuyo objetivo último es justamente la eliminación del libre mercado sustituyéndolo por gigantescos monopolios trasnacionales que no se someten a ninguna normativa estatal, ni a ningún principio ético, que solo se deben a la consecución del máximo rendimiento económico en el menor tiempo posible, caiga quien tenga que caer. Es aterrador pensar lo que la inteligencia artificial (esa que ya se usa por ejemplo en bolsa y que varias veces ha provocado quiebras y situaciones de pánico generalizado) puede llegar a hacer cuando las decisiones en estas macro corporaciones ya no las tomen las personas, y nadie duda de que eso llegará.

Tercer gran cambio que tenemos que abordar: pinchar la burbuja de la economía financiera. La inmensa mayoría de los movimientos de dinero en el mundo no se deben al intercambio de bienes o servicios sino que son puros y simples movimientos financieros, compra venta del propio dinero. Esto es algo que se nos hace muy difícil de comprender. Creemos que el dinero es finito, que la deuda se produce porque alguien le presta a otro alguien el dinero que tiene, que el dinero se mueve porque hay que comprar y vender cosas. Y así era hasta hace unas pocas décadas, pero hoy ya no, hoy la principal mercancía que se compra y se vende es el propio dinero, la deuda y el mismo dinero se crean de la nada, y entre tanto la burbuja financiera crece y crece gracias a la desregulación y a la permisividad de quienes deberían atajar estos desmanes

En cuarto lugar, vamos a tener que afrontar el desafío de la integración cultural: los movimientos migratorios son consustanciales a la historia de la humanidad. Las personas se mueven en busca de paz y de prosperidad, y eso no hay muro ni valla que lo pare a largo plazo. Pero es que además resulta que algunas sociedades como la nuestra son incapaces de regenerarse demográficamente por sus propios medios, por lo que va a resultar inevitable integrar a personas provenientes de otros lugares del mundo.

Una integración que es una inestimable oportunidad: la innovación nace de la diversidad, de la mezcla, de la fusión, del pensamiento lateral, del mestizaje… todo eso nos lo pueden aportar personas de otros lugares del mundo, y debemos ser capaces de conjugar eso con nuestra propia identidad, con nuestras raíces y nuestra historia, con nuestra K de cultura.

Tras releerlo, tengo la sensación de haber tirado demasiado por elevación, pero creo que son cuestiones que necesitamos afrontar, y de las que hay que empezar a hablar muy seriamente.