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Creando una pequeña huerta ecológica urbana desde cero.

El año pasado decidí dar un pequeño pero significativo paso hacia un estilo de vida más sostenible y consciente: montar una pequeña huerta ecológica urbana. Mi experiencia previa en jardinería era prácticamente nula, pero las ganas y la motivación sobraban. Todo comenzó con una conversación informal durante una agradable tarde de sobremesa en Itxas Argia. Entre risas y bromas, surgió la idea de crear una huerta casera en el jardín de mis queridos amigos Estela e Iñaki. Sin su generosidad, esta aventura nunca habría podido comenzar, así que aprovecho para expresarles nuevamente mi profunda gratitud.

Enseguida me puse manos a la obra, consciente de que el primer paso era adquirir los conocimientos necesarios para hacer realidad este proyecto. Me hice con dos libros fundamentales que se convirtieron en mis guías esenciales durante esta aventura: «Vente al huerto», de La Huertina de Toni, y «Manual Práctico del Huerto Ecológico», de Mariano Bueno. Estos libros ofrecen consejos prácticos, explicaciones claras y recomendaciones útiles para personas sin experiencia previa, como yo. Además, tuve la suerte de contar con valiosos consejos familiares y la colaboración constante de mi familia y mi cuadrilla.

Una de las primeras tareas fue elegir el lugar idóneo en el jardín. Con Estela identificamos dos zonas óptimas, que posteriormente se transformarían en dos bancales grandes de aproximadamente tres metros por dos metros cada uno. La tarea de comprar los materiales, como maderas y herramientas, resultó más complicada de lo previsto inicialmente, especialmente cuando las tablas no cupieron en mi coche. Gracias a María, que me prestó el suyo, y a Luis, que vino a echarme una mano, pudimos resolver ese primer obstáculo.

El montaje de los bancales fue una aventura en sí misma. Una herramienta básica como el taladro se quemó justo cuando íbamos por la mitad del trabajo, obligándonos a posponer la tarea y buscar alternativas. Esta experiencia me enseñó que en jardinería, como en la vida, la paciencia y la adaptabilidad son fundamentales. Finalmente, con perseverancia, logramos montar ambos bancales y los llenamos con compost y tierra. Aquí nuevamente Luis fue clave, aportando no solo su ayuda física y su entusiasmo contagioso, sino también un centenar de sacos de tierra y compost.

Después de preparar el terreno y aplicar estiércol de caballo, llegó el emocionante momento de plantar. Optamos por una variedad considerable de cultivos: calabacines, tomates, lechugas, fresas, brócolis, cebollas y pimientos. Al principio, admito que cometimos algunos errores, como hacer los bancales demasiado anchos, dificultando el acceso a las plantas del centro. No obstante, estos errores resultaron valiosos aprendizajes que aplicaríamos en futuras temporadas.

Durante los primeros meses, observábamos con fascinación cómo nuestras plantas iban creciendo. El cuidado diario implicaba tareas como regar, podar, abonar y vigilar atentamente cualquier señal de plagas o enfermedades. Un desafío importante llegó con los mirlos, que rápidamente encontraron en nuestro huerto un buffet irresistible. Intentamos disuadirlos inicialmente colgando CDs brillantes, pero finalmente tuvimos que instalar una malla protectora. Otro reto inesperado fue la aparición de la polilla Tuta Absoluta, que atacó nuestros tomates. Tras investigar, colocamos una trampa de feromonas, que afortunadamente resultó efectiva para controlar esta plaga, aunque nos dañó casi el 80% de la cosecha.

Ver crecer nuestra propia comida fue verdaderamente emocionante, y cada cosecha representaba un logro personal y colectivo. La abundancia de la producción nos sorprendió gratamente: recogimos casi 600 pimientos riquísimos, más de 60 tomates, alrededor de 40 calabacines y muchas decenas de lechugas, entre otros productos frescos y deliciosos. Compartir estos alimentos con amigos y familiares no solo generó alegría, sino también fortaleció nuestras relaciones personales.

Tener una huerta urbana me ha traído numerosos beneficios personales más allá de la alimentación saludable. Fue una terapia natural contra el estrés, brindando momentos diarios de calma y reflexión al aire libre. Además, contribuyó a incrementar mi actividad física regular y a mejorar notablemente mi estado de ánimo general. La huerta se convirtió también en un lugar perfecto para aprender sobre sostenibilidad, responsabilidad y la importancia del cuidado ambiental, ganando en conciencia ecológica y respeto por la naturaleza.

Actualmente, estoy preparando todo para esta nueva temporada con más entusiasmo y, sobre todo, con la confianza que da haber adquirido experiencia. Cada error cometido el año anterior ha sido una oportunidad invaluable para aprender y mejorar. Este año tenemos previstas algunas mejoras en el diseño y manejo de los bancales, la selección de variedades de plantas más resistentes a plagas, y la aplicación más regular y precisa de tratamientos preventivos naturales.

Desde mi experiencia personal, quiero animar a todas las personas que lean este artículo a aventurarse en la creación de una huerta urbana propia, por pequeña que sea. No importa si no tienen conocimientos previos; yo tampoco los tenía. Basta con tener curiosidad, paciencia y ganas de aprender. Cultivar una pequeña parcela no solo contribuye a reducir nuestra huella ecológica, sino que además mejora nuestra calidad de vida en muchos aspectos: salud física y mental, satisfacción personal, vínculos familiares y sociales, y una mayor conexión con el entorno natural que nos rodea.

En definitiva, mi pequeña huerta ecológica urbana ha sido una fuente inagotable de aprendizajes y satisfacciones. Os aseguro que una vez que probéis el placer de cultivar vuestros propios alimentos, no querréis dejarlo. ¡Animaos a dar ese primer paso hacia una vida más verde y consciente!

#HuertoUrbano #VidaSostenible #CultivoEcológico #JardineríaUrbana #Sostenibilidad #AprendizajeVerde #EcologíaDoméstica

La objeción fiscal a los gastos militares, más necesaria que nunca.

Cada primavera, cuando toca rendir cuentas a Hacienda, hay quienes no solo presentamos nuestra declaración del IRPF con rigor, sino también con conciencia. En Bizkaia, y en toda España, un grupo creciente de personas optamos por practicar la objeción fiscal a los gastos militares, una forma de desobediencia civil pacífica que cobra especial relevancia en el contexto actual, marcado por una preocupante escalada belicista a nivel global.

¿De qué se trata exactamente? La objeción fiscal consiste en desviar una parte simbólica de los impuestos —habitualmente entre 40 y 100 euros— que, en lugar de financiar el gasto militar del Estado, se destinan a proyectos sociales y de construcción de paz. Esta acción no pretende eludir impuestos, sino redirigirlos con un propósito ético. Quienes la practicamos asumimos con total transparencia esta decisión, comunicándola tanto a Hacienda como a la ciudadanía.

En Bizkaia, esta práctica tiene una larga tradición dentro de los movimientos antimilitaristas. Este año, sin embargo, hay un clima distinto. El aumento del presupuesto militar en los Presupuestos Generales del Estado, el rearme de Europa y la creciente normalización del lenguaje bélico en la política y los medios hacen que cada gesto de objeción gane peso. No se trata solo de rechazar la guerra con palabras, sino de hacerlo también con hechos, con el dinero de nuestros impuestos.

¿Y cómo se hace? El proceso es perfectamente abordable.

En la declaración de la renta, se calcula el importe simbólico que se quiere objetar —sin que ello afecte de forma significativa al resultado final— y se realiza un ingreso de ese importe a una entidad o proyecto social alternativo, como puede ser una asociación de derechos humanos, una red de ayuda mutua o un colectivo ecologista.

A continuación, en el borrador de nuestra declaración, vamos al apartado de nuevo concepto e incluimos en «sindicatos y partidos políticos» en concreto en partidos políticos, una nueva aportación equivalente a 5 veces la que hemos realizado al proyecto social de nuestra elección. De este modo, se deducirá de nuestro IRPF el 20% de esa anotación, es decir, exactamente la cantidad que hemos donado.

Además aportaremos el justificante de la donación y una carta explicando nuestros motivos. Por último, registraremos nuestra objeción en la lista del movimiento para que lo puedan contabilizar cuando se den los datos de la campaña.

Todo ello está perfectamente explicado en la web del movimiento en Euskadi, e incluso se puede pedir cita para que nos ayuden con el proceso. Si alguien quiere hacerlo y necesita una mano con los pasos, con los textos o simplemente con entender bien el procedimiento, puede escribirme sin problema. Porque hacerlo en compañía siempre es más fácil y más potente.

Cada vez que se dispara un misil, se recortan fondos para escuelas, hospitales o políticas sociales. Por eso, si compartes el rechazo a la guerra, si sientes que no puedes seguir mirando hacia otro lado mientras aumenta el gasto en armas, es el momento de actuar. No basta con indignarse en redes sociales o con comentar lo mal que va el mundo con la cuadrilla. Transformar esa indignación en una acción concreta, aunque parezca pequeña, tiene un valor enorme. La objeción fiscal es una forma directa, coherente y pacífica de decir basta. Porque lo que no se financia, no se perpetúa.

#ObjeciónFiscal #DesobedienciaCivil #Bizkaia #Paz #ImpuestosConConciencia #NoEnMiNombre #Antimilitarismo #CampañaFiscal2025

Mentiras y verdades sobre la ampliación del Guggenheim en Urdaibai. (O cómo se vende como sostenible la destrucción de una Reserva de la Biosfera).

Por Lorea Flores, coordinadora de Greenpeace en Euskadi, y Pablo Aretxabala, voluntario de Greenpeace en Euskadi. Este artículo fue publicado originalmente en el medio digital 20 Minutos.

¿Por qué es tan difícil proteger la biodiversidad y tan fácil amenazarla? Esta pregunta vuelve a plantearse ante el proyecto de construir una nueva sede del Museo Guggenheim en pleno corazón de la Reserva de la Biosfera de Urdaibai, un espacio natural legalmente protegido.

Los argumentos en contra de este proyecto son tan abrumadores y evidentes que parece increíble tener que explicarlos repetidamente, pero, una vez más, resulta necesario recordar algunas obviedades, y también algunas cuestiones de las que no se habla tanto, pero que son igualmente relevantes.

En primer lugar, el argumento más obvio y que debería bastar para descartar completamente el proyecto es que Urdaibai no es un lugar cualquiera: es la única Reserva de la Biosfera de Euskadi y atesora una biodiversidad excepcional. Sus marismas y bosques son refugio de numerosas especies protegidas, incluidas aves migratorias, y por su alto valor ecológico acumula varias figuras de protección ambiental a nivel autonómico, estatal e internacional. Sin embargo, paradójicamente, es en este enclave de máxima protección donde se pretende levantar un macroproyecto museístico. Por mucho que se quiera vestir de sostenible, el impacto ecológico sería inevitable: la construcción y la afluencia masiva de visitantes amenazarían el equilibrio de unos ecosistemas ya frágiles, con claras afectaciones a la flora y fauna locales y a la calidad del agua de la ría.

¿Por qué un museo de esta envergadura tiene que ubicarse precisamente en el enclave más especial y único del 24% del territorio vasco que goza de protección estricta, cuando existe un 76% del territorio sin esas figuras de protección? Si el objetivo es ampliar la oferta cultural de Euskadi, sobran localizaciones alternativas de mucha menor sensibilidad ambiental.

En segundo lugar, hay que destacar que la mera posibilidad de ubicar el Guggenheim en este entorno existe sorteando o reinterpretando normativas ambientales concebidas para proteger la franja costera. Un ejemplo claro es la Ley de Costas, diseñada para impedir edificaciones en la franja litoral y zonas inundables. Para hacer hueco al museo, las autoridades han moldeado esta ley a su favor, generando un preocupante precedente: ¿de qué sirven las leyes de protección territorial si pueden flexibilizarse cuando un proyecto de este tipo quiere instalarse? Este manejo laxo de la normativa pone en cuestión la seriedad con la que se tratan nuestras áreas protegidas.

En tercer lugar, los defensores del proyecto argumentan que la llegada del museo traerá consigo la recuperación ambiental de la zona. Se promete descontaminar los suelos industriales del antiguo astillero de Murueta, limpiar acuíferos y renaturalizar áreas invadidas por especies exóticas. Estas acciones suenan loables, pero es importante subrayar que no son ningún regalo del museo, sino requisitos imprescindibles sin los cuales el museo ni siquiera podría construirse. En otras palabras, están intentando vestir de “beneficio” lo que en realidad es una condición imprescindible: sin la previa restauración ambiental, el proyecto no sería viable porque actualmente los terrenos están contaminados y son inapropiados para edificar. Resulta descorazonador que hayan tenido que vincular estas mejoras ambientales a un museo para que las instituciones se planteen acometerlas, cuando deberían haberse emprendido hace años por responsabilidad con la Reserva.

La regeneración ambiental y las obras necesarias para el Guggenheim de Urdaibai se sufragarán mayoritariamente con dinero público: ya hay comprometidos unos 80 millones de euros, aportados a partes iguales por el Estado y las instituciones vascas, para las labores de descontaminación y adecuación del sitio. Este uso de fondos públicos suscita preguntas: ¿es justificable invertir tal cantidad para fomentar un proyecto privado en lugar de destinarla a la conservación de la zona y al bienestar de sus habitantes? Además, muchos de los trabajos de descontaminación deberían ser responsabilidad del astillero que contaminó el entorno, no del contribuyente. 

En cuarto lugar, se utiliza el argumento del «éxito» del Guggenheim original, que se considera el emblema de la transformación de un Bilbao industrial y decadente, pero replicar esa “fórmula Guggenheim” en Urdaibai es un error de bulto. Aquí no estamos hablando de un paisaje urbano degradado que necesite revitalización, sino de un espacio natural de alto valor que ya sufre una gran presión por el turismo y que lo que requiere es la mayor conservación posible. 

Un museo de arte contemporáneo enclavado en la ría no responde a ninguna necesidad cultural local apremiante, sino a una mera estrategia económica de atraer aún más visitantes. Esto agravaría la turistificación de la comarca, con efectos adversos sobre el coste de la vida, la presión sobre los servicios básicos y la tranquilidad de la población local. En términos ambientales, un mayor flujo turístico implicaría más tránsito, más emisiones y más alteraciones en un entorno que debería permanecer lo más intacto posible. El desarrollo sostenible de Urdaibai pasa por potenciar la conservación y en todo caso por un turismo responsable de muy pequeña escala, no por proyectos masivos que multiplican la afluencia y el consumo de recursos.

Por último, la elección de la ribera de la ría para emplazar el museo no sólo es problemática por su impacto ecológico, sino también por el riesgo físico: la zona propuesta es inundable, y ya estamos viendo con demasiada frecuencia las consecuencias de edificar en este tipo de zonas. Con el cambio climático, el nivel del mar seguirá subiendo y los temporales serán más intensos, por lo que construir hoy un museo en primera línea de costa, expuesto a inundaciones en las próximas décadas, resulta una decisión miope; significaría invertir más dinero público en defensas contra el agua y futuras reparaciones. En plena emergencia climática, las Administraciones deberían extremar la prudencia y evitar ubicar nuevas infraestructuras críticas en zonas de riesgo previsible.

En definitiva, la propia Administración incurre en una seria contradicción con sus compromisos ambientales. Por un lado, se proclama la defensa de la biodiversidad y la lucha contra la crisis ecológica, mientras, por otro, se impulsa una infraestructura de fuerte impacto en una zona que debería ser un estandarte de la conservación, minando así la credibilidad institucional. Urdaibai debería ser un símbolo de equilibrio entre el ser humano y la naturaleza, no el escenario de una nueva y clamorosa victoria del desarrollo mal entendido, maquillado de sostenibilidad.

En realidad, el problema es que el Guggenheim de Urdaibai plantea un dilema de fondo: ¿qué modelo de progreso queremos seguir? Los argumentos en contra de este proyecto invitan a reflexionar sobre nuestras prioridades. ¿Estará la nueva directora del Museo Guggenheim abierta a esta reflexión para reconsiderar este despropósito y ayudar a cambiar el rumbo?

Para Greenpeace, este proyecto es anticuado y depredador de la naturaleza. Sin naturaleza no hay cultura ni arte, porque, sin ecosistemas sanos, la propia supervivencia humana está en riesgo. Cultura y naturaleza, lejos de enfrentarse, sólo pueden ir de la mano.

No se puede hundir un arco iris.

Han pasado décadas desde que un artefacto explosivo destrozara el casco del Rainbow Warrior en 1985 y segara la vida de nuestro compañero fotógrafo Fernando Pereira. Aquella cobarde acción, perpetrada por agentes del gobierno francés, fue un acto de terrorismo de Estado con la intención de amedrentar a Greenpeace y a toda persona dispuesta a desafiar el poder que pone en jaque la vida de nuestro planeta. Entonces, el mensaje era claro: “Callen o arderán”. Hoy, la represión viene envuelta en formas más sutiles pero igualmente letales para la libertad de expresión y la defensa del medio ambiente.

La reciente sentencia contra Greenpeace en Estados Unidos lo confirma con dolorosa nitidez. Sin explosiones ni buzos militares, ahora se recurre a juicios multimillonarios y tácticas judiciales que buscan desmantelar económicamente a la organización, desgastarla y obligarla a bajar la voz. Se pretende que este golpe siente un peligroso precedente: la posibilidad de acorralar, mediante falsos argumentos legales, a cualquiera que denuncie la devastación medioambiental y a quienes osen enfrentarse a las compañías y los intereses políticos más poderosos. Así no necesitan hundir barcos: basta con pervertir el sistema judicial para silenciar las voces críticas.

Pero esta embestida no se limita a las fronteras de un tribunal estadounidense ni al símbolo de Greenpeace. Se alimenta de un clima de persecución global contra personas defensoras del planeta y de los derechos humanos. Mientras en unas latitudes utilizan demandas y litigios enrevesados para ahogar a las organizaciones, en otras directamente apuntan con un arma y disparan a las activistas. Hoy día, denunciar prácticas destructivas puede equivaler a recibir amenazas de muerte o ser ejecutado. Casos como el asesinato de Berta Cáceres en Honduras, que luchaba contra la construcción de una represa que pondría en peligro las comunidades locales; la muerte de Isidro Baldenegro en México, líder rarámuri que defendió los bosques de la Sierra Tarahumara; o la de tantos activistas en Brasil, Colombia o Filipinas, demuestran que la represión es tan variada como brutal.

Numerosos informes de organizaciones como Global Witness revelan que cada año mueren decenas –cuando no cientos– de personas defensoras de la tierra y el medio ambiente. No siempre vemos sus nombres en titulares, pero su sangre tiñe montañas, bosques, ríos y valles de todo el mundo. A la vez, en los países “desarrollados” se diseñan nuevas estrategias judiciales para asfixiar económicamente a los movimientos ecologistas. Es la otra cara de la misma moneda: cuando no pueden utilizar la violencia física con impunidad, emplean la ley –o mejor dicho, su interpretación más perversa– para minar el activismo.

Este patrón, en el fondo, no ha cambiado: se reduce a “liquidar” la disidencia. Unas veces con explosivos y comandos clandestinos, otras con balas y amenazas directas, y ahora además con litigios interminables, sanciones millonarias e infinidad de trabas legales. Para el poder que busca seguir exprimiendo la Tierra, resulta mucho más efectivo y silencioso aplastar a las organizaciones por vía jurídica, sin generar titulares tan escandalosos como los de una bomba que revienta un barco.

Las consecuencias de esta sentencia contra Greenpeace trascienden los muelles donde hundieron el Rainbow Warrior y las oficinas donde se coordinan campañas ecologistas. Se extienden hacia cualquier mujer u hombre que haya decidido ponerse en pie frente a la contaminación, la tala indiscriminada, la sobreexplotación de recursos o las prácticas industriales irresponsables. Afecta también a las comunidades indígenas que protegen sus territorios y a las personas que, sencillamente, se niegan a mirar hacia otro lado mientras arrasan el único hogar que tenemos.

Yo, como socio y activista de Greenpeace, te lo digo con la rabia contenida de quien ya ha visto demasiados abusos: este golpe no nos hará retroceder. Nos indigna, nos duele y nos complica nuestro trabajo. Pero hemos aprendido de quienes, con valentía, dieron la vida por la protección de la naturaleza y de nuestras libertades. Jamás olvidaremos el crimen contra el Rainbow Warrior, ni olvidamos a Berta Cáceres, a Isidro Baldenegro y a tantísimas activistas anónimas que quedaron en el camino. Al igual que ellas, no renunciaremos.

El mensaje para quienes promueven esta sentencia –y para todos los que piensan que la persecución echa raíces en el miedo– es contundente: no van a lograr silenciarnos. Intentarán por todos los medios acabar con la disidencia, pero la verdad resurge con más fuerza cuando se la intenta sepultar. Por cada juicio injusto, por cada amenaza, por cada asesinato cobarde, emergen nuevas voces más potentes, más firmes y más dispuestas a tomar el relevo. Somos la memoria viva del Rainbow Warrior y de quienes cayeron en la defensa de la Tierra. Y esa memoria, encendida con coraje, no se apaga. Por mucho que se empeñen, no nos van a callar.

#Greenpeace #RainbowWarrior #JusticiaAmbiental #ActivismoBajoAtaque #DefensaDelPlaneta #DerechosHumanos #NoNosVanACallar #SolidaridadGlobal #MemoriaViva #PersecuciónAmbiental

El “making of” de la acción performativa de Greenpeace en el Museo Guggenheim de Bilbao.

La motivación y el resultado de esta acción tan especial lo conocéis y lo podéis ver con detalle en el comunicado de Greenpeace y en los videos que se han realizado, pero seguro que os gustará también conocer un poco más sobre el “making of”, sobre el diseño y la planificación de esta acción en la que además las voluntarias y activistas de Greenpeace hemos tenido la fortuna de poder participar muy activamente.

Allá por diciembre, compartía con un buen amigo los posibles contactos que teníamos para intentar lanzar un manifiesto de gentes de la cultura vasca que se posicionasen en contra del proyecto de la nueva sede del Museo Guggenheim en Urdaibai.

La casualidad (o el universo “conspirando” a nuestro favor) quiso que unos minutos después justamente nos encontrásemos en la calle con Ricardo Anton Troyas, (Ritxi para los amigos) una de las personas que habíamos mencionado y la conversación fue directa y al lío, y como suele ser habitual en él, nos aportó una visión muy interesante y diferente.

Resumiendo, su idea era que “los humanos” ya habíamos hablado mucho sobre este proyecto, pero que nadie había escuchado a los otros habitantes de Urdaibai, al visón europeo, a la garza, al águila pescadora, a la libélula o a los juncos… nadie les había dado voz y sin embargo ¡son las mayores obras de arte que hay en Urdaibai!

¡Cuánta razón! Pero, ¿cómo lo hacemos? Y ahí sale la vena de des-artistade Ritxi y nos propone que un grupo de activistas lleve al mismísimo Guggenheim esa voz y que lo hagan no con el lenguaje humano de la palabra, sino con el lenguaje de la música, del movimiento, de la imagen… que los humanos quedemos en un segundo plano y demos el protagonismo a quien realmente lo tiene en este caso.

Es una idea brillante y a la vez ambiciosa y arriesgada, en fin, la típica idea que en Greenpeace “nos pone, y rápidamente un pequeño equipo de voluntarias de Bizkaia formado por Ana, Joseba, Lorena y yo mismo, y liderados por nuestra coordinadora Lorea, nos ponemos a trabajar en ella.

Manos a la obra

Hay mil cosas que hacer y nos repartimos las tareas entre todas: explicar la idea a la “oficina” para que la respalden, fijar fecha, convocar un grupo numeroso de activistas y organizar desplazamientos y alojamientos, diseñar un atuendo que permita poner en primer plano a los habitantes de Urdaibai, pensar en un fondo musical, en un movimiento orgánico para el grupo, localizar en el museo el mejor sitio para hacerlo, prever la intervención del personal de seguridad del museo, analizar riesgos legales, etc, etc.

Fijamos la fecha del 2 de febrero, día internacional de defensa de los Humedales, y tras descartar varias ideas como que las activistas porten un gorro, o una diadema, o la cara pintada, decidimos que será práctico y quedará muy bien que cada activista lleve una camiseta con una ilustración de uno de los habitantes de Urdaibai y un antifaz para ocular el rostro humano. Las ilustradoras I. Chapuis y Julia Rouaux serán las encargadas de diseñar 10 camisetas diferentes con este motivo, y las voluntarias de Bizkaia se ocuparán de adquirir y tunear los antifaces con los colores, formas y trazos diseñados por las ilustradoras.

Para la parte de movimiento que hará el grupo, contamos con el gran apoyo de Begoña Juaristi, experta en desarrollo psico-corporal, quien además nos aportará la idea de contar con el músico Pello Ramírez y su fantástico tema instrumental “Urazalean (que significa  “en la superficie del agua”) como el tema que acompañará la acción.

La convocatoria a voluntarias y activistas es todo un éxito y junto a Ana, Lorena, Unai, Andoni, Sonia, Yolanda, Joseba y Pablo de Bizkaia, participan Agustin, Miriam, Rafa, Mikel, Urbina, Mario, Ainhoa, Lorea e Iñaki de la zona norte, y Jose Luis, Christian, Pedro, Agu, Laura, Karen, Emilio y Maria del resto del estado, además de Oscar, Romain y Vero de Extinction Rebellion, y además contamos con la participación de Paz, Sonia, Pedro y Álvaro del equipo de comunicación.

Muchas más voluntarias se apuntaron a la convocatoria y aunque al final no se precisó de su participación, fue ilusionante ver a tantas personas dispuestas.

El día D

Tras una videoconferencia el sábado por la tarde para coordinarnos, el domingo a primera hora nos reunimos en el centro cívico de Atxuri, un espacio municipal autogestionado en un barrio especialmente activo de Bilbao, para repartir “roles”, meternos en la dinámica y ensayar la acción.

Tras distribuir el material y designar a las personas que portarán la pancarta y las que harán depeacekeepers” con la seguridad del Museo, y con la experta ayuda de Begoña, comenzamos a meternos en nuestros “personajes”, a tomar conciencia de lo que pensarán y sentirán ante la destrucción de su casa. Con el apoyo de nuestros pies en la tierra, de la apertura de nuestro cuerpo, de la mirada de nuestros compañeras y de los inspiradores compases de Urazalean, vamos conectando con Urdaibai, con sus moradores y con nuestras compañeras de acción, moviéndonos natural y orgánicamente, fluyendo, volando, gritando con nuestros movimientos la voz de los que necesitan ser escuchados…

A partir de ahí ya solo quedaba la parte “fácil”: perfectamente “enchufadas” a nuestro propósito como estábamos, llegó el momento en el que comenzó a sonar Urazalean en la sala 303 del Museo Guggenheim de Bilbao, y 30 activistas de Greenpeace nos despojamos de nuestros abrigos y de nuestra apariencia de simples visitantes para mostrar nuestros verdaderos rostros en ese momento, los rostros del visón, del águila pescadora, del avetoro, de los juncos, del carricerín cejudo, de la espátula, de la garza, de la libélula, de la salicornia y de la zostera.

En perfecta armonía con la música comenzamos a movernos por la sala y a gritar sin palabras “No destruyáis nuestra casa!” sin que hubiera forma de que el personal de seguridad del museo pudiese detenernos a pesar de sus esfuerzos iniciales, desistiendo finalmente y permitiendo, como no podía ser de otro modo, que la voz de los habitantes de Urdaibai resonara con toda su fuerza en el corazón mismo del Museo.

El resto es fácil de imaginar, el desalojo por parte de la Ertzaintza (incluidos sus comentarios de “complicidad” con nuestra causa), la celebración posterior, la difusión en medios y redes, y la vuelta de cada cual a su casa y a su normalidad… por ahora.

Refugio Digital: El Renacer de los Blogs en la Era de las Redes Sociales

Publiqué mi primer post en este blog en mayo del 2006, y desde entonces he tenido múltiples idas y venidas, pero por algún motivo siempre acabo de vuelta aquí.

Casi 20 años después lo retomo por penúltima vez (nunca será la última, estoy seguro) con la intención de publicar sobre cuestiones profesionales y personales.

Recuerdo haber publicado en algún momento que los blogs habían muerto a manos de las redes sociales. Y en parte es cierto, pero quizá tengan una nueva vida como otras tecnologías que abandonamos por otras supuestamente mejores y que acabamos descubriendo que no lo eran tanto.

Hoy las redes en general son una invención cuya única utilidad real es engordar los ya de por sí obscenos patrimonios de sus accionistas, a costa de la salud mental y emocional de cientos de millones de personas, a costa de la expansión de lo peor de la humanidad (el racismo, el machismo, la homofobia, la aporofobia, el fascismo, etc.), y a costa de la propagación de la mentira a escala planetaria.

Personalmente hace casi 10 años que cerré mi cuenta en Facebook, y afortunadamente nunca conseguí engancharme a Instagram. Tengo cuenta en Youtube pero no publico, y TikTok me lo instalo algún finde un rato como pasatiempo.

La red social donde más tiempo y dedicación he invertido, con diferencia, ha sido en Twitter. Pasé de no entenderla inicialmente y pronosticar que sería un bluf, a enamorarme y defender contra viento y marea sus bondades, como eran la posibilidad de conectar personas, de compartir conocimiento y experiencia, la facilidad de uso, la inmediatez, la capacidad de armar redes comunitarias, etc.

Pero en algún momento, no se identificar bien cuándo, todo se empezó a torcer. Y no, no fue con la llegada de Musk, sino antes. Cada vez había más bots, más publicidad. El scroll infinito te enganchaba de una manera brutal. El algoritmo te sugería cosas que en realidad no te interesaban, o incluso te molestaban (luego descubrimos que esa era precisamente la idea, cabrearnos porque cuando estamos enfadados twiteamos más).

La llegada de Musk y la conversión en X no hizo sino explotar al máximo lo que se venía probando antes, hasta conseguir convertirla en una fosa séptica repleta de bots, fascistas, buleros y mierdinfluencers criptobros.

Hace como un año o por ahí que hice una copia de seguridad de mi cuenta, y con mucho pesar y también alivio, la borré completamente. En mi opinión, si desaparecieran mañana todas las redes sociales no perderíamos absolutamente nada, muy al contrario.

En todo caso este año he decidido dar una oportunidad a LinkedIn, una red en la que estoy desde el principio pero que nunca me ha gustado especialmente (me parecía, y me sigue pareciendo un caos y un lío de utilizar) pero en la que al menos se que estoy hablando con personas reales, a las que conozco en su mayoría, y con las que puedo mantener una conversación normal y provechosa.

Así que aprovecharé y publicaré también aquí lo que publique en Linkedin, y quien sabe si al final no volveremos al origen y nos quedaremos solo en el blog, el refugio digital.

66 post después

Hoy es el último jueves del año 2021

El 6 de marzo me comprometí conmigo mismo a escribir aquí dos post semanales y me siento contento y orgulloso de haber cumplido mi compromiso.

Han sido 66 post sobre autoconocimiento, desarrollo personal y estoicismo que me han servido como herramienta de reflexión y me han permitido evolucionar personalmente en un año bastante complicado.

Echo la vista atrás y siento el profundo avance que he conseguido en este tiempo, gracias en parte al compromiso de escribir en este blog.

Escribir aquí me ha «obligado» a reflexionar, a leer, a conversar, a escuchar, a preguntar y a responder, a sincerarme conmigo mismo y con otras personas, a revisarme, a perdonarme, a darme nuevas oportunidades…

Fruto de todo ello me conozco mejor, me quiero más, he adquiridos hábitos y comportamientos diferentes, he moderado algunos de mis defectos y he potenciado algunas de mis virtudes, he tomado con serenidad y valentía decisiones importantes para mi vida… en definitiva he trabajado duro para mi crecimiento y desarrollo interior, lo cual, como a mi querido Epicteto, es algo que he descubierto que me hace especialmente feliz.

Mientras que una persona disfruta mejorar su granja y otra su caballo, yo disfruto mejorarme a mí mismo a diario.

Epicteto

Además de lo anterior, estos 66 post han tenido a lo largo del año una media de 150 lecturas. Me emociona pensar que quizá a algunas personas estas reflexiones le hayan servido para hacer las suyas propias. Si así ha sido, me siento doblemente feliz.

También siento un profundo agradecimiento por todos vuestros comentarios tanto de quienes los habéis hecho en este blog como de quienes me los habéis trasladado directamente porque conversar era uno de los objetivos del blog.

Este será el último post de esta etapa. En 2022 seguiré escribiendo mi diario, pero no seguiré publicando aquí. Lo he meditado mucho estos días y creo que mi evolución requiere otras cosas.

Os deseo lo mejor.

Os deseo sabiduría, serenidad y coraje.

Mientras vivas, sigue aprendiendo a vivir.

Séneca

Preparando el próximo año

Acaba el año y esta manera de contar el tiempo (como periodos que empiezan y terminan, en lugar de como un continuo) nos da la oportunidad de pararnos un poco, revisar el camino recorrido el año anterior y mirar hacia el siguiente preparando la ruta que seguiremos.

Esta es una dinámica muy buena y positiva ya que nos permite asegurarnos de que vamos en la dirección que queremos y corregir el rumbo si es necesario, en lugar de simplemente dejarnos llevar por la vida.

Para no caer en la trampa de esos «buenos propósitos» que realmente nunca cumplimos, y hacer un ejercicio de revisión y reflexión que verdaderamente nos sea útil, es importante hacer algunas cosas.

Tómate un poco de tiempo tranquilo contigo mismo para revisar lo sucedido en el año que acaba, lo que has aprendido, evolucionado, etc. Hacerlo con un cuaderno y un boli a mano te puede venir muy bien.

En otro rato de tranquilidad siente qué te gustaría hacer el año próximo en el corto plazo, es decir, qué te gustaría hacer que tenga resultado dentro del propio año. Y luego piensa a más largo plazo, a varios años, y siente en qué te gustaría sembrar este año para cosechar en los siguientes. Aquí seguramente no podrás concretar mucho pero no importa aún.

Con lo anterior en mente (o mejor en tu cuaderno o diario), piensa en qué ámbitos de tu vida quieres evolucionar más concretamente este nuevo año. Puede ser en tu vida profesional, en tu vida familiar, en tu vida interior, en tu economía, en tus relaciones, en tus aprendizajes… pueden ser varios de ellos en los que quieras trabajar este año.

En cada uno de los ámbitos identifica lo que te gustaría hacer y si es en el corto plazo o en el largo plazo. Ese «hacer» puede consistir en varias cosas: puede ser adquirir un nuevo hábito, aprender o descubrir algo nuevo, dejar de hacer algo que no te está haciendo bien, etc.

Siente la energía que te genera leer lo que te propones hacer. Reúne tus fortalezas, recuerda las cosas que te propusiste antes y lograste (las que no, no importan), imagina cómo te sentirás cuando hayas logrado tus metas.

Por último, de cada cosa que vayas a hacer, apunta cual será el primer paso que vas a dar para conseguirlo. Podría ser algo así:

Ejemplo

A partir de ahí, si lo vas revisando de vez en cuando, apuntando los siguientes pasos, y reajustando, podrás ver la evolución y los avances que vas consiguiendo.

Releyendo mi diario

Mis diarios personales

Uno de los muchos beneficios que tiene escribir un diario es poder releerlo de vez en cuando y tomar perspectiva de la evolución personal. Es un poco como cuando abres el álbum de fotos y vas recorriendo y recordando los momentos y te das cuenta de cómo la vida ha ido fluyendo.

Estos días releyendo algunos pasajes de mi diario, me encontraba con algunas ideas y frases que me han resonado especialmente apropiadas en este momento:

Haz lo mejor posible con honestidad y cariño, y el resultado que se produzca será siempre el adecuado, incluso si no es el que buscabas.

Si hoy no te apetece seguir tu rutina o un hábito que te hace bien, sigue solo por hoy, y piensa que ya mañana te tomarás un descanso.

Si algo te hace bien, sigue haciéndolo solo por hoy, ya dejarás de hacerlo mañana. Y si algo te hace mal pero te apetece mucho, no lo hagas hoy, empieza mejor mañana.

Tengo la sensación como de «tener derecho» de vez en cuando a tomarme un «descanso de la vida». Decía Marco Aurelio que la vida es más como una lucha que como un baile. En cualquiera de ambos casos necesitas descansar de vez en cuando de la vida, de la rutina, de las responsabilidades, poder decir algunas veces, hoy no estoy para nada ni para nadie, solo para mí.

Me angustia el futuro, este es mi punto débil, y me cuesta muchísimo no planificar lo que tengo por delante, tenerlo controlado, medido y organizado. Y entonces es cuando me estreso y me agobio porque además no puedo hacer nada ahora, solo puedo hacer cuando lleguen las cosas.

Eres dueño de tus emociones. Eres tú quien permite que otros entren en ellas y las revuelvan. Si no quieres, no les dejes entrar.

Releer estas reflexiones me ayuda a asentarlas, a profundizar en ellas, a enriquecerlas con la experiencia vivida entre el momento que las escribí y el momento actual.

Bielsa es mi Zenon

Marcelo Bielsa en su época de entrenador del Athletic de Bilbao

Una herramienta que nos proponen nuestros amigos estoicos es tomar alguna persona o personas de referencia y que nos sirvan como inspiración y también como recordatorio.

Alguien que pueda personificar para ti todo aquello a lo que aspiras, que se comporte como a ti te gustaría comportarte y que con su «presencia» te ayuda a mejorar y te recuerda cómo hacer las cosas, y te guía en la incertidumbre.

Una persona a la que conozcas lo suficiente como para saber que puedes identificarla con aquellos valores y prácticas que deseas cultivar, pero de la que no sabes tanto como para perderte con sus defectos y fallas, que sin duda los tendrá.

Una persona a la que «idealizar» en el buen sentido, que nos sirva de medida, de ideal (siendo conscientes de que en realidad esa persona no es la real, sino una imagen purificada que nos hemos hecho), y que por se ideal precisamente nos resulta de utilidad para el camino. Es nuestra estrella polar, que nos guía pero a la que nunca llegamos por mucho que avancemos.

Cuando te enfrentes a cualquier situación, pregúntate qué hubieran hecho Sócrates o Zenón, y sabrás cómo actuar. EPICTETO

Elige alguien cuya forma de vida quieras emular. Tenlo siempre presente como un ejemplo a seguir. Necesitamos un estándar contra el que medirnos, alguien recto que pueda enderezar al torcido. SÉNECA

No podemos elegir a nuestros padres, porque los asigna el destino. Pero podemos elegir de quienes queremos ser hijos. SÉNECA

Para mí esa persona es el grandísimo entrenador Marcelo «el Loco» Bielsa, a quien ya he mencionado en alguna ocasión antes en el blog.

No le conozco personalmente, solo por sus declaraciones, por sus actuaciones, por libros, documentales y entrevistas. Como cualquier persona tendrá un millón de defectos y seguro que si lo conociera personalmente no me serviría de referente precisamente por eso, pero su imagen idealizada me resulta muy útil porque me ayuda, porque mi imagino qué haría «el Loco» ante las situaciones en en las que yo me voy encontrando.

Y obviamente soy yo quien se inventa la respuesta, pero al personalizarla en él, me ayuda a concretarla y a desarrollarla. Y muchas de sus palabras y actuaciones son auténticamente inspiradoras para mí, aunque obviamente no eran su original propósito.

Solo un ejemplo de cómo con su conducta y su forma de actuar me sirve (intuyo que a muchas más personas) de referente:

En 2019 estaba entrenando al Leeds, equipo de la segunda división inglesa. En un partido trascendental en el que la victoria le daba la posibilidad de ascender directamente a la primera división, su equipo marcó un gol que le ponía por delante en el marcador a falta de menos de veinte minutos para finalizar el partido. Pero el gol estuvo precedido de una jugada en la que su equipo debió haber parado el juego y, aunque el gol fue totalmente «legal» no fue «justo».

Bielsa hizo una aplicación brutal del valor del «coraje» (hacer lo correcto independientemente de las consecuencias) e indicó a su equipo que debía dejarse meter un gol para poner la situación en el mismo punto anterior… algo increíble. El partido acabó en empate perjudicando gravemente las posibilidades de ascenso del equipo (de hecho no pudo ascender hasta la siguiente temporada), pero hicieron lo correcto, y eso era más importante que cualquier otra cosa para Bielsa.